La variedad de animales que habitan en la Universidad de El Salvador (UES) tienen la facilidad de desplazarse en unas 57 manzanas aproximadamente, en donde abundan comida para ellos.
“La ciudad universitaria es un lugar apropiado para la diversidad de aves y animales silvestres por la cantidad de árboles que tenemos. Hay que cuidarlos, sembrar y darle su mantenimiento adecuado”, dijo Valeria Andrea López Paredes, estudiante egresada de la licenciatura en Biología, de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemática de la UES.
Un grupo de estudiantes de biología ha participado en el proyecto de Monitoreo de Aves de la UES. “Por el momento, hemos identificado alrededor de cien especies nativas de aves como: pericos, loras en peligro de extinción, el gavilán pollero, tucanes, torogoz, tijeretas, chachas, talapo, carpintero, aurora entre otros, y dentro de las migratorias esta: el halcón peregrino, el pájaro chipe de color amarillo, los tiranos, el tangara y algunas especies de chiltotas”, explicó López Paredes.
La migración de las aves es un fenómeno casi natural. Se trasladan de un lugar a otro de manera cíclica o constante, debido a los cambios climáticos, alimentación o reproducción. Se adaptan rápido donde viven, más si su comida es accesible a ellas. Las dificultades se presentan cuando algunos de estos hábitat se vuelven complicados en determinadas épocas del año y deciden volar a otro lugar.
“El tema de las aves es importante, desde pequeña llegué a tener la curiosidad de saber cómo son ellas, por su plumaje, colores, especies y cantos. Siempre me han gustado y ahora como futura bióloga, me dedico al estudio de ellas. Todo inició, cuando cursaba la materia de zoología II, ahí descubrí que son territoriales y con un temperamento fuerte, todo por cuidar sus nidos, comida y crías”, añadió.
López Paredes manifestó que ha participado en monitoreos de aves como, el Pericón Verde en la UCA en el 2018 y con la organización Global Big Day y October Big Day en el 2019, este último se realiza todos los años en cada país.
“Son interesantes, ellas cantan para llamar a su pareja y aparearse, no lo hacen para que llueva, solo es un mito y casualidad. Tienen una función en la tierra, que cuando trasladan semillas a sus nidos para alimentar a sus crías, muchas veces se les caen en los bosques y estas se reproducen, ayudando a regenerarlos. Además, controlan plagas de los árboles para que se mantengan vivos”, explica López Paredes.
Otros de los inquilinos de la UES son los tacuazines y los mapaches. Alfonso Ramírez, trabajador administrativo de la UES, se ha dado a la tarea de alimentar a los mapaches. Él coloca el alimento para los mapaches en un depósito, luego lo suena y, casi inmediatamente los animales salen a comer. Y cada vez que agarran su comida, gruñen y enseñan sus afilados colmillos.