“Mi vida es una historia”, dice Rafael Chinchilla, un salvadoreño que llegó a los 110 años de edad y quien a lo largo de su vida ha estado presente durante varios hechos históricos de El Salvador, dejando huella en muchas personas. A su centenaria edad, goza de mucha salud, siempre dando alegría a su numerosa familia.
Nació el 24 de octubre de 1912 en Turín, Ahuachapán. Años después, se fue a vivir al barrio El Centro, de Ciudad Arce, La Libertad, donde pasó cada una de las etapas de su vida y donde todavía reside.
Don Rafael creció y se dedicó a la producción agrícola, ya que no tuvo ninguna oportunidad de estudiar, pues, a sus 12 años comenzó a trabajar para ayudarle con los gastos a su familia. A los 15 años se responsabilizó de sus cuatro hermanos, ya que su mamá falleció.
“Fue el primer golpe que tuve”, asegura Rafael Chinchilla.
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Sin elección, tuvo que convertirse en una figura paterna que brinda seguridad, bienestar y amor para sus hermanos.
“Me quedé yo al cuido de los cuatro niños que me dejó (su madre).
Fue tremendo, pero al mismo tiempo me quedé como padre de familia y no teniendo yo la edad, ni las disposiciones”, expresa. Sin embargo, relata que trabajó como hombre, pues ya a sus 16 años cortaba café en Santa Ana, y en ocasiones sacaba diez sacos al día.
Otro trabajo que le apasionó en su juventud fue poder amansar bestias. Rafael cuenta que le gustaban los caballos y hasta logró amaestrar bueyes, sin embargo, se quedó con la agricultura porque el alimento en su hogar no le faltaba.
“Me gustó la agricultura porque tenía comida para mí y para mis hijos, no andaba buscando comprar para comer. Eso me favoreció, mi esposa cocinaba frijoles por semana”, cuenta.
Don Rafael recuerda que ha tenido que luchar con grandes adversidades, pero las ha vencido y vive para contarlas, siempre con actitud, optimismo y felicidad que irradia.
“Ni lo pensaba en llegar hasta esta edad, pero llegué a los 70, llegué a los 90. Mi esposa murió a los 90 y aquí estoy en los 110, pero no sé cómo los aguanté”, comenta.
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Recuerda que vivió en medio de la represión de 1932, uno de los hechos históricos del país que más recuerda. “La primera época de la historia es la primera guerra del levantamiento campesino, donde murió mucha gente en el año 32, en ese año fue la guerra. Esas son historias dolorosas porque viví en medio de ellas, pero gracias a Dios no me pasó nada”, prosigue.
Ya en el presente, también está invicto de la pandemia Covid-19, pues, ha seguido las medidas de bioseguridad y se ha cuidado al igual que su familia. “El covid gracias a Dios aquí no vino, ninguno de mis hijo padeció de eso”, manifiesta.
A pesar de que nunca pudo asistir a la escuela, a don Rafael se le presentó la oportunidad para aprender a leer y escribir y lo hizo a sus 105 años, porque entre sus metas siempre estuvo el poder obtener nuevos conocimientos. Y la lectura y escritura no fueron la excepción.
En el 2018 inició sus estudios y se integró con altas expectativas en el curso, donde pudo compartir con personas de todas las edades. Con el apoyo de su familia y esfuerzo propio por sus ganas de superación, logró finalizar el primer nivel y se graduó gracias al Programa de Alfabetización Nacional, en noviembre del mismo año cuando ya había cumplido sus 106 años.
“No soy experto en lectura, no lo aprendí todo, pero me ayudó bastante”, reflexiona.
Gozar de buena salud le ha permitido ver crecer la gran familia que ha creado, entre ellos: Ocho hijos, quienes le han dado 21 nietos y 8 bisnietos hasta el momento.
Secreto para tener una larga vida
Don Rafael Chinchilla asegura que el amor a Dios le ha permitido llegar a esta edad. Según dice, a los 50 años encontró la salvación del hombre. Cuando se aprende a amar a Dios y al prójimo, la vida va cambiando: “El cuerpo sin obras, está muerto”.
Su alimentación también siempre fue sana, todo lo que comía era natural. De los alimentos que había cosechado, ya que sembraba maíz, frijoles, tomates, entre otros alimentos.
El mayor consejo de don Rafael puede dar para llegar a los 110 años, al igual que él, es siguiendo los pasos de Dios y comiendo saludable. A su edad, él no padece ninguna enfermedad.
Su familia también asegura que es un hombre sano y siempre lo ha sido, pues, únicamente se ha enfermado de gripe, pero nunca algo grave que lo lleve hasta el hospital.
El bisabuelo también recomienda a los jóvenes tomarse el tiempo de platicar con una persona anciana. “Si no platicamos con los jóvenes, no aprenden ellos, ahí es donde están los buenos consejos”.
Celebración de cumpleaños a lo grande
Familiares, amigos y vecinos de don Rafael Chinchilla se reunieron para asistir a la gran celebración por los 110 años que cumplió el pasado 24 de octubre.
Al son de los mariachis Trío Cuscatlán, conformado por Moisés, Nelson e Inocente, inició la fiesta. Hubo anécdotas, muestras de respeto y admiración, obsequios, unión, comida, piñata y amor.
Familiares cuentan que cada año realizan una celebración por el cumpleaños del bisabuelo , pero esta vez decidieron hacerlo a lo grande porque están felices y agradecidos de tenerlo con ellos un año más. “Ya son 110 años, un gran motivo para celebrar a lo grande”, manifestó un familiar de don Rafael.
“Mi viejo te amo mucho”, fueron las palabras que le expresó Jeannette Flores Alvarado a su abuelo Rafael Chinchilla, al momento de felicitarlo por llegar a sus 110 años.
Jeannette dice que para ella es un privilegio tenerlo a el como su abuelo: “Es una alegría maravillosa, algo inexplicable saber que él ha estado 110 años con nosotros, llenándonos de sus anécdotas”.
Uno de los nietos, Rafael Alvarado, de 32 años, externó su amor por el cumpleañero: “Es un privilegio que no cualquier nieto puede tenerlo, estoy muy contento de que mi abuelo llegue a los 110 años” .
En el rostro de don Rafael Chinchilla se reflejaba felicidad y disfrutó la celebración. Cantó junto a los mariachis, le pegó a la piñata con su bastón, compartió con sus seres queridos, con quienes se fotografió.
Todos sus allegados esperan poder seguir celebrando la prolongada vida de don Rafael Chinchilla. Se preparan con emoción para recibir los 111 años, aunque para él cada nuevo día dice que es un regalo de Dios.
Por ahora, les queda la alegría de 110 años vividos.