Héctor Marroquín falleció en el 2017 luego que fue diagnosticado con alzheimer en el 2001, un año después de sufrir una intoxicación durante un incendio en su lugar de trabajo.
Para su familia no fue fácil recibir el diagnóstico; pero sobre todo por desconocer lo que la enfermedad implicaba.
El incidente laboral provocó que Marroquín sufriera daños en la parte izquierda del cerebro; sin embargo, desde antes del mismo, empezó a presentar algunos síntomas de la enfermedad, explicó una de sus hijas, Margarita Marroquín.
“Como familiar y cuidador es bien duro porque a medida va avanzando la enfermedad, ellos nos van desconociendo. Es bien duro cuando no lo reconocen a uno, son unas puñaladas horribles al corazón”, dijo Margarita, quien a pesar de que su padre falleció hace seis años, aún es parte de la Asociación de Familiares Alzheimer El Salvador.
La entidad ayuda a familiares a que el impacto de las crisis no les afecten como cuidadores porque de lo contrario tienen el riesgo de convertirse en pacientes debido a alguna enfermedad que desarrollen por el daño emocional.
“Uno debe de desarrollar creatividad, bañarse de paciencia, amor y blindarse el corazón para que no le duela a uno (por el olvido de sus familiares) y seguir adelante”, expresó Margarita.
Ella explicó que generalmente las personas que desarrollan la enfermedad se quedan en el momento donde fueron felices. Dichos momentos podrían ser cuando sus hijos eran pequeños.
Uno de los errores comunes que cometen los cuidadores de dichos pacientes es sacarlos del entorno que conocen y llevarlos a otras casas para que residan.
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Por ello, se han registrado casos de personas adultas que se han reportado como desaparecidas; pero que son encontradas en otras casas, donde ellos vivían.
“Hay gente que no dura mucho con el diagnóstico. Si usted los tiene bien cuidados, estimulados, un paciente puede durar años; pero se trata de mantenerlos bien. Va a depender del cuidado que se le dé al paciente, así es el periodo que ellos van a durar… Esta enfermedad es de amor, paciencia sobre todo, y tener mucha creatividad con ellos porque uno tiene que andar ojo al Cristo”, dijo Marroquín.