Carlos Hernández Iglesia dijo tener 25 años y que se encuentra en una institución educativa de la que no recuerda cómo llegó. Pero en realidad tiene 67 años y desde hace dos está internado en el Hogar de Ancianos Llanos Magaña, en Ahuachapán, donde una persona lo llevó presuntamente por no contar con una familia.
“No me recuerdo, ¡olvidado que es uno!”, repetía constantemente cuando se le consultaba sobre algunos aspectos de su vida.
Hernández no recuerda muchos datos de su juventud; ha comenzado a perder la memoria debido a que fue diagnosticado con alzheimer. Está en una etapa intermedia de la enfermedad. Por ello, probablemente, sólo recuerda que de joven se ganó la vida “de razonero” (haciendo mandados).
No recordó en qué más trabajó. Incluso, los momentos recientes se le olvidan, como cuando se le consultó si ya había desayunado a pesar de que ya eran cerca de las 11:00 de la mañana.
En un primer momento dijo que no; pero luego reaccionó diciendo que sí.
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El doctor intensivista, Emilio Salazar, señaló que algunas personas creen que el alzheimer es una enfermedad que está asociada al envejecimiento de las personas; pero no es así.
Esta se origina en un proceso de cambio que ocurre en el cerebro y que empieza muchos años antes de que aparezcan los síntomas, provocando la pérdida de las neuronas y sus conexiones.
“A saber si estaré perdiendo la memoria. Poco me recuerdo”, señalaba por su parte Hernández.
El médico especialista reconoció que a la fecha no se comprenden totalmente las causas de la enfermedad; pero que se habla de una combinación, como cambios en el cerebro relacionados con la edad, entre ellos el encogimiento, la inflamación y daños en los vasos sanguíneos.
Además de una menor producción de energía dentro de las células.
También “pueden haber cambios en los genes que pueden llegar a ser hereditarios y ocasionar alzheimer. En general pueden haber dos tipos de genética; uno que le ocasione un alzheimer de inicio temprano, que puede ocurrir tan pronto como a los 30 años, y el otro que es tardío, arriba de los 65 años de edad. (También influyen) factores de salud ambientales y de estilo de vida que pueden intervenir de alguna forma, como la exposición a contaminantes, enfermedades cardiacas, accidentes cerebrovasculares, presión arterial alta, diabetes y obesidad”, dijo el profesional.
Hernández es una de las diez personas que padecen dicha enfermedad y que están internadas en el asilo ahuachapaneco. Dos son hombres y ocho, mujeres.
La enfermera, sor María Inés Ramírez, señaló que seis adultos mayores están en una etapa inicial de alzheimer; mientras que el resto, intermedio.
Sin embargo, Marta Zavaleta, de 78 años, ya no logra mantener una conversación. Habla esporádicamente y cuando está ingiriendo sus alimentos, el personal del asilo debe de estar platicando con ella ya que se le olvida, incluso, que está comiendo.
Se queda con los alimentos en la boca, con el riesgo de ahogarse con ellos.
“La enfermedad del alzheimer es un trastorno cerebral que poco a poco destruye la memoria y la capacidad de pensar y, en el tiempo, también afecta la habilidad de llevar a cabo las tareas más sencillas. Estas personas experimentan cambios en la conducta y personalidad que al fin del tiempo los vuelve que no son capaces de valerse por sí mismos, pierden la independencia para hacer las cosas más sencillas”, explicó el médico intensivista.
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Sor María explicó que un aspecto importante en el cuidado de dicha población es la paciencia ya que, por ejemplo, a pesar de que conversan constantemente para recordarles episodios de su vida, se les olvida de forma instantánea.
“Con ellos más que todo es tener paciencia, explicarles, para que no se enojen porque si no se enojan si uno les dice que ya hicieron algo y lo están repitiendo… Es de estar pendientes con ellos, más que todo cuando quieren repetir las cosas que acaban de hacer; no llevarles la contraria.”, señaló la religiosa.
Rosa Irma Girón Grijalva recuerda su nombre completo, la edad, y que de joven fue costurera, oficio que aprendió desde muy pequeña.
Sin embargo, en la pequeña conversación comenzó a tocar otros temas ajenos, de los cuales no lograba terminar pues comenzaba a guardar silencio.
El doctor Salazar señaló que el diagnóstico de la enfermedad se realiza a través de la historia clínica, un examen físico y ciertas pruebas de las habilidades que las personas tienen.
Hay otras pruebas especiales como tomografía cerebral que también pueden ayudar a confirmar el diagnóstico; pero principalmente este es clínico.
“Es decir a partir de la historia y del examen físico del paciente. Y aunque no hay una cura, hay varios medicamentos que están aprobados para ayudar con los síntomas y lidiar con los problemas de comportamiento. El tratamiento va encaminado al manejo de los síntomas y de los trastornos de los manejos conductuales. Hay otros medicamentos que pueden ayudar a intentar (detener) la progresión de la enfermedad; la mayoría de los medicamentos tienen mejor efecto en las etapas iniciales o intermedias; por eso es importante que la población aprenda a reconocer cuáles son los signos tempranos de la enfermedad para poder iniciar el tratamiento lo antes posible”, señaló el médico intensivista.