Las zonas que han sido recuperadas en el Centro Histórico de San Salvador se ha convertido en un escenario del juego del “gato y el ratón”, sobre todo después de la finalización del certamen Miss Universo. Miembros del Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM) llegan sorpresivamente en camiones para emboscar a los vendedores ambulantes. Estos salen huyendo en estampida y los agentes corren a atraparlos.
Las persecuciones se concentran en la calle Rubén Darío y los alrededores del mercado Sagrado Corazón.
Los comerciantes, en su mayoría los que fueron desplazados por el reordenamiento, dicen sentirse acosados y maltratados y que no tienen otro empleo, por lo que se ven obligados a seguir vendiendo pese al riesgo de que les decomisen la mercancía.
También aseguran que no pueden darse el lujo de acceder a un espacio en el mercado Hula-Hula o el Mercado Central por el alto precio del alquiler.
Los agentes del CAM, por su parte, dicen que solo cumplen con las órdenes que les dan y que están obrando según los estatutos del Código Municipal. Su consigna es que las aceras deben estar libres ventas para los peatones.
Sin embargo, los vendedores piensan que van más allá y se sobrepasan en el uso de la fuerza.
“Ellos andan haciendo de todo, golpeando a la gente, como dicen que son órdenes del alcalde. Todos tenemos necesidad, andamos corriendo como que fuéramos delincuentes”, manifiesta Sonia Martínez, vendedora que fue desalojada de los alrededores de la Biblioteca Nacional por la demolición y construcción del nuevo edificio.
“Ni a los mañosos siguen como nos persiguen a nosotros”, comentó una vendedora que prefirió no ser identificada.
En redes sociales han circulado videos en que se ve a agentes hacer decomisos en zonas que no han sido recuperadas; también gestos de matonería, como usar gas pimienta o amenazar a personas que van a llamar a la policía para que los arresten por resistencia. Uno de los que más ha indignado a los cibernautas es el decomiso de un carretón de sorbetes artesanales a un anciano.
El Diario de Hoy realizó un recorrido en los alrededores del mercado Sagrado Corazón. Entre los afectados están los que venden verduras, agua, toallas, utensilios de cocina, jabón, papel, ropa y artículos de temporada navideña como adornos y guías de luces.
Mientras los comerciantes no permanezcan en un solo sitio, los agentes los dejan trabajar sin ningún problema, pero si permanecen en un solo lugar, son retirados y los amenazan con decomisarles la venta.
¡A correr!
La situación se agudiza cuando un batallón de hombres con chalecos antibalas y camisas celestes comienza su recorrido en la calle Rubén Darío, junto al camión que sirve para trasladar lo que decomisan. Pareciera que barren con todo.
Los vendedores saben que entre las 12 y las 2 de la tarde comienza lo que consideran “cacería”. Al comerciante que se encuentre ofreciendo sus productos en zonas libres de venta se le decomisa la mercancía. Cuando aparecen los agentes, los vendedores huyen en estampida.
Presenciamos cómo varios agentes rodearon a una mujer que vendía blusas a un costado de la iglesia El Calvario y sin mediar palabra se las quitaron. La mujer no puso resistencia. La agarraron desprevenida. A los agentes les llovían rechiflas de las personas alrededor que les reprochaban. “Perdí 35 dólares que fue lo que invertí en la ropa que me acaban de decomisar”, dijo resignada la vendedora Consuelo Granados.
El alcalde de San Salvador, Mario Durán, manifestó a través de X (exTwitter) que tiene 300 puestos listos en el Mercado Central para que los comerciantes puedan vender. “Lo único que les pido es que ya no vendan en los espacios reordenados, que respeten el esfuerzo que realizaron los otros vendedores al entrar a la formalidad, que entiendan que estos lugares son espacios familiares y culturales en los que por ley no se puede realizar esta actividad y aquí les doy la solución”.
Esta declaración la hizo luego de que vendedores informales realizaran ayer una marcha desde El Salvador del Mundo hasta la Asamblea Legislativa exigiendo que se les respete y les den la oportunidad de ganarse la vida.