De todos los países de Centroamérica, El Salvador es el más vulnerable al cambio climático. Y ha sido en el Pulgarcito de América, justamente, donde ha nacido este año la Iniciativa para la Acción Climática (IAC), una oenegé que agrupa a representantes de la sociedad civil, sector privado y ciudadanos preocupados por la degradación del medioambiente en la región del istmo centroamericano.
En plática con El Diario de Hoy, el presidente de la recién fundada IAC, Juan Marco Álvarez, comienza por explicar que su misión es “a través de la investigación científica y generación del conocimiento, impulsar acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, con la finalidad de fortalecer la resiliencia y minimizar la vulnerabilidad de los países centroamericanos”.
La IAC es una iniciativa centroamericana; pero ¿en qué se enfocará en específico en El Salvador.
Empecemos por ver que El Salvador es el país más vulnerable de la región al cambio climático.
Primero, por sus fronteras, porque estamos en la parte baja de una cuenca hídrica importante, que es la cuenca del Río Lempa, y un 60% de esa cuenca está en Guatemala y Honduras. Entonces, todo lo que hagan esos países, en cuanto a uso del suelo, nos afecta a nosotros como El Salvador. Y segundo, el elemento más importante es que somos el país más degradado ambientalmente. Ante los embates del clima, estamos peor preparados que el resto de países.
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Y dentro de esa degradación ambiental, ¿cuál es una de las principales preocupaciones en la IAC?
El agua. Somos un país donde el estrés hídrico es alto. La IAC busca revertir este deterioro, invirtiendo en restaurar el agua, los recursos naturales, para aumentar esa resiliencia climática, ante futuros escenarios que ya vienen proyectándose cada vez más fuerte.
La IAC busca contribuir a la mejora de la gobernanza nacional para la seguridad hídrica.
Algunos países, como el nuestro, tienen leyes del agua. Y la nuestra todavía no tiene reglamentos. Se aprobó, pero no ha pasado nada, como muchas leyes que se aprueban pero no se ponen en práctica.
¿Cómo piensan remediar la situación actual en cuanto al agua?
Con proyectos para revertir la degradación existente, como reforestación dirigida, mejoras en la protección de fuentes de agua, proyectos de reinfiltración de mantos acuíferos, inversión en la parte alta de las cuencas hidrográficas para mejorar las condiciones de los usuarios aguas abajo.
En cuanto a la reforestación, ¿qué panorama ve la IAC sobre los bosques en El Salvador?
Tenemos pocas áreas naturales. Entre un 3% y 5%, incluyendo manglar. Pero también tenemos un bosque cafetalero, algunas fincas con más abundancia de árboles de sombra, que al final es poco, en términos de territorio. Un 15% de territorio podemos decir. Muy poco.
En El Salvador, la mayoría de estas áreas protegidas únicamente lo están en el papel; no hay siquiera presencia del Ministerio de Medio Ambiente o de una oenegé que pueda tener un convenio de comanejo con el ministerio. Hay debilidad institucional.
Las áreas protegidas fortalecidas y aumentadas equivalen a soluciones climáticas basadas en la naturaleza, porque aumentás la efectividad del papel que juegan las áreas protegidas y los bosques.
¿Y cómo piensan hacerlo?
Restaurar bosques, conservar ecosistemas y paisajes, la mejora y gestión de las áreas naturales protegidas y mantener los bosques en pie, lo que llamamos deforestación evitada. Invertir en protección de lo que actualmente queda en pie de bosque, incluyendo fauna. Apostarle a agrandar algunas áreas protegidas.
¿Qué otro aspecto destaca como una prioridad de la IAC?
Tenemos que invertir rápidamente en el territorio en cuanto al impacto que tienen las lluvias.
El año pasado, dos huracanes afectaron a Honduras y Guatemala, y levemente a El Salvador, como ETA y el huracán IOTA. Un huracán de esa magnitud, que llegue con su epicentro a El Salvador, nos despedaza. Si solo con la tormenta Amanda y la tormenta Cristóbal, en 2020, con esas tormentitas, lo que sufrieron las comunidades aguas abajo de los ríos, en el departamento de La Libertad y Sonsonate, principalmente.
Tenemos que empezar a planificar el desarrollo del país, pensando en el clima del futuro. Eso es lo que buscamos promover, no solo en incidencia de gobiernos y ejecución de proyectos, sino en educación ambiental.
Usted fue director de Salvanatura entre 1990 y 2008. ¿Qué aprovechará de esa experiencia en cuanto a la IAC y el rescate de bosques?
Uno de nuestros principales proyectos, cuando fui director de Salvanatura, es que iniciamos un programa de compra de tierras, para agrandar el parque nacional El Imposible. ¿Por qué agrandarlo? Porque las cuencas hídricas en la parte alta, donde nacen los cinco ríos que drenan a la Barra de Santiago, no estaban protegidas, o no eran parte de ese parque. Lo que ocurría en la parte alta, en propiedad privada, afectaba a todo el parque abajo. Si bien no las compramos todas, pero sí compramos entre 400 a 500 manzanas, que compramos con fondos propios, que recaudamos de diversas fuentes de financiamiento.
Ese es un ejemplo de invertir en resiliencia climática, a través de una solución basada en la naturaleza. porque estás mejorando las condiciones mismas de un parque nacional, en términos de generación de agua, primeramente; en captura de carbono, en paisaje, en evitar erosión.
Para impulsar este tipo de proyectos, la IAC requerirá de suficiente apoyo económico.
Dependemos de recursos externos, como toda oenegé. En lo que respecta a proyectos relacionados a acción climática, hay buenas fuentes de financiamiento, internacionales principalmente, pero también está el sector privado.
En Salvanatura, por ejemplo, firmamos un acuerdo con Grupo Roble para financiar el costo operativo anual del Parque Nacional Los Volcanes, que era el volcán de Santa Ana, el de Izalco y la parte de Cerro Verde que no es del ISTU (Instituto Salvadoreño de Turismo).
Grupo Roble se comprometió con 100,000 dólares al año, por seis años, en alianza con Salvanatura y el Ministerio de Medio Ambiente, que aportaba salarios para guardaparques.
¿Qué puertas se pueden tocar a nivel internacional?
Hay mucho más dinero proveniente de fuentes como el Fondo Verde para el Clima, el Programa de Naciones Unidas para el Medio mbiente, la FAO, el Banco Mundial a través de Global Enviromental Facilitie; hay fuentes de financiamiento, pero hay que ser creativos para ir a tocar puertas.
Una iniciativa regional como esta puede tener mucho impacto, porque los Gobiernos tienen ciertos proyectos, pero muchas veces pueden debilitarse durante cambios de administración.
Muchos donantes, por la corrupción rampante en algunos países de Centroamérica, prefieren darle dinero a las oenegés. Es un tema de posicionamiento y de complementariedad a lo que hacen los gobiernos.
¿Cómo trabajará la IAC con el Gobierno salvadoreño, en busca de sus objetivos?
La IAC no busca jamás competir con los gobiernos, pero sí es una iniciativa diferente, única, que está pensando en atender y cubrir vacíos de mitigación, y de adaptación, en la región a través de proyectos específicos que aumenten la resiliencia ante los embates del clima que se avecinan.
En los gobiernos de turno que han tenido El Salvador, Guatemala y Honduras, ha habido mucha planificación, pero muy poca acción en términos de cambio climático.
Tenemos un plan nacional de cambio climático, que el Gobierno actual lo está mejorando o actualizando; pero no tenemos un plan nacional de adaptación. Urge, porque ya significaría una hoja de ruta para empezar a invertir en adaptación y aumento de resiliencia climática.
¿En qué otro aspecto buscarán trabajar con el Gobierno?
Con el Gobierno actual hemos estado teniendo conversaciones para ver de qué forma les podemos ayudar con el plan nacional de adaptación, con un plan nacional de mitigación, con un plan de acción climático general, que se presentó en la Cumbre Climática de París en 2015, y se presentó una segunda versión en 2021, y otra versión mejorada a inicios de este año, ante la convención marco del cambio climático; pero necesita ser mejorada, porque necesita la participación de actores clave, como el sector privado.