El sueño de Chepe Ruiz de recorrer el mundo pedaleando su bicicleta se va concretando de a poco, luego que en 174 días, desde el inicio de su travesía, ya visitó 14 países, que es casi la mitad de los 33 que prevé visitar durante los dos años programados para su travesía. José Gabriel Ruiz es originario del distrito de San Francisco Menéndez, en Ahuachapán Sur, e inició su sueño el 1 de abril de este año en Países Bajos, donde también prevé finalizar el recorrido.
Actualmente se encuentra en Bishkek, que es la capital de Kirguistán.
El salvadoreño realiza el viaje en compañía de la holandesa Marica van der Meer, quien es una deportista y escritora con más de catorce libros publicados.
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El Diario de Hoy consultó a Ruiz sobre qué es lo más difícil que le ha tocado enfrentar durante los cinco meses que tiene de haber iniciado el viaje, señalando lo físico y los obstáculos burocráticos.
Sobre lo primero, contó que le ha tocado pedalear, en Kirguistán, a más de 3,270 metros sobre el nivel del mar, un reto que logró superar, a pesar de que tuvieron que soportar las inclemencias del tiempo, como la caída de la nieve. Además ha enfrentado problemas gastrointestinales y de la garganta.
“En cada región te vas enfrentando con virus y bacterias que son natos; las personas locales no lo sufren porque ya están adaptadas y el viajero se va enfrentando de un ecosistema a otro; así que constantemente vamos enfrentándonos a eso. El reto más grande son los trámites burocráticos, las fronteras, las visas que te van pidiendo. Eso estresa porque uno que va haciendo un esfuerzo por tierra y en un viaje, particularmente muy diferente a lo normal, vamos haciendo sacrificio, vamos soñando con cumplir esta meta, este reto, este desafío. Sin embargo, estas personas no se sensibilizan, simplemente cumplen con su trabajo al pedirnos los requisitos. Las enfermedades sí calan; pero lo que más frustra son los trámites burocráticos”, relató.
Sin embargo, esas adversidades no hacen que pierda los ánimos con los que empezó su sueño y, por el contrario, sirven para continuar pedaleando su bicicleta.
De hecho, relató que muchas personas están pendientes de la trayectoria que realizan, escribiéndoles constantemente para desearles buena suerte.
Confesó que eso se convierte en combustible anímico para continuar pedaleando su bicicleta, que es la misma con la que inició el recorrido.
Aunque por los kilómetros hechos le ha tocado cambiar parrilla, frenos y llantas.
El espíritu de colaboración y unidad que ha observado en los países visitados son aspectos que le han llamado la atención y que desea que se implemente en los países latinoamericanos, ya que las personas se suman para las diferentes actividades diarias.
“La solidaridad es un reflejo de ello porque el país de Uzbekistán lo pasamos de una manera... teníamos que saber dónde quedarnos porque donde nos quedábamos descansando un momento, ahí llegaba la gente a darnos comida, fruta y (querían) llevarnos para sus casas. A veces parábamos a descansar donde no había nadie porque era tanta la amabilidad”, relató.
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Entre lo extraño que ha visto durante el viaje ha sido que la comida típica en Kazajistán es el caballo; además de que consumen la leche del camello y de la yegua. De esta última elaboran queso, en forma de pelotas, que es rico en calcio y proteínas.
Este es el tercer viaje que realiza Chepe Ruiz en bicicleta, aunque es el primero tan ambicioso por la distancia que prevé recorrer.
La primera de sus travesías inició el 14 de enero de 2018, duró dos años e incluyó 20,500 kilómetros desde su comunidad en San Francisco Menéndez hasta Uruguay, a dónde llegó incentivado por su hija, que había escuchado que en ese país, los extranjeros podían estudiar sin pagar un centavo.
El otro viaje lo realizó a mediados del año pasado, recorriendo 900 kilómetros de varios países europeos.
El salvadoreño ha enfrentado muchas adversidades a lo largo de su vida; sin embargo, eso no le ha impedido que cumpla sus sueños.
Como un mensaje de motivación, dijo a cada persona “que no se conformen con una vida común y corriente, que intenten hacer actos extraordinarios, que no crean que son inferiores o fracasados, que pongan todo su esfuerzo por inventar su propio estilo de vida, que dejen de ser individuales, que aprendan a amar sin límites; pero que comiencen amándose ellos mismos y que no tengan miedos...que es lo que nos sumerge a la mediocridad. Y si no pueden con eso, que digan… si Chepe pudo, ¿por qué yo no?”.