Nicolasa Cortez de Hernández, de 73 años, es originaria de Nahuizalco, en Sonsonate, y desde hace casi dos décadas llega a Ahuachapán en la víspera de la fiesta del Dulce Nombre de Jesús, patrono de la cabecera departamental.
Lo hace llevando sobre su espalda un camarín donde se resguarda una pequeña imagen del Nazareno, conocida como Jesusito, que es custodiada por la cofradía del Dulce Nombre de Jesús de Nahuizalco.
La septuagenaria relató que tiene 19 años cargando la imagen que llega para visitar al patrono, tal como fue instituido hace 168 años por el entonces párroco de la ciudad, el presbítero y padre Isidro Menéndez.
“Es mi fe. Es una devoción que uno tiene cada año”, dijo mientras participaba de la procesión que se realiza desde la entrada a Ahuachapán, en el lugar conocido como El Amatillo, hasta la iglesia Nuestra Señora de la Asunción.
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Desde Nahuizalco hacen el recorrido en vehículo; ayer salieron a las 10:00 de la mañana y llegaron a Ahuachapán después de hora y media de recorrido.
Cornelio Hernández es otro de los peregrinos que acompaña la centenaria tradición. Tiene 80 años, pertenece a la cofradía hace veinte y desde hace 15 se encarga de tocar el tambor que va anunciando que los Jesusitos van camino al templo.
Contó que cuando inició a interpretar el instrumento en la cofradía fue porque no había nadie más que lo hiciera.
Luego se fueron sumando otras personas; pero a la fecha nuevamente se ha quedado solo ya que las demás personas fallecieron.
La cofradía llega el viernes, previo a la celebración principal de las fiestas que es el domingo, y regresan a Nahuizalco hasta el lunes.
El párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, padre Oseas Borja, dijo que actualmente son cerca de cuarenta Jesusitos los que llevan a la iglesia, aunque de ellos, diez podrían datar de hace más de cien años, cuando inició la tradición.
Otros Jesusitos han sido mandados a tallar por feligreses que tienen su devoción en el Dulce Nombre de Jesús.
Historia
La visita de los Jesusitos al templo es una tradición que se mantiene desde 1855 cuando el párroco de la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción, padre Isidro Menéndez, estableció la nueva fiesta patronal de la cabecera departamental de Ahuachapán en honor al Dulce Nombre de Jesús.
Las fiestas principales de la ciudad, antes de esa fecha, eran en honor a Nuestra Señora de la Asunción, celebrada el 15 de agosto.
Debido a que generalmente llovía demasiado, las fiestas no se desarrollaban con normalidad.
Por eso, el religioso optó por instituir una nueva celebración bajo la advocación del Dulce Nombre de Jesús.
Datos históricos de la iglesia consignan que el padre Menéndez consiguió y distribuyó en diferentes comunidades de la ciudad, incluso en municipios vecinos, cerca de 300 pequeñas imágenes de Jesús con la Cruz a cuestas, para que llegaran a Ahuachapán en la víspera de la fiesta.
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Tenían que llegar al templo. En el recorrido y a su llegada, debían de anunciarlos con música de pito, flautas de bambú y tambores de cuero crudo.
La primera celebración que se realizó en honor al Dulce Nombre de Jesús fue el 20 de febrero de 1855, según registros de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción.
Su celebración fue establecida el domingo anterior al inicio de la Cuaresma. Por ello, en Ahuachapán no existe una fecha fija para su celebración.