Walter no tuvo que pensar nada para arriesgar su vida y salvar a su hijo de una muerte segura. El instinto de padre hizo que reaccionara ante el peligro que su hijo de dos años corría cuando repentinamente salió de su casa para el encuentro de Walter.
El pasado domingo, cerca de las 7:30 de la noche, Walter Omar Guardado, de 25 años, regresaba a su casa de dejar un productos que comercializa.
Cuando se detuvo por unos minutos entre los separadores de la carretera para observar que no se acercara ningún vehículo y continuar su marcha, logró visualizar que su pequeño hijo salió sin ninguna precaución de la casa y comenzó a cruzar la carretera.
Fue en ese momento que el joven logró ver que se aproximaba un cabezal por lo que la vida de su hijo corría peligro.
El padre comenzó a correr lo más fuerte que pudo y logró tomar al niño para resguardarlo; pero el remolque del cabezal logró impactar a Walter.
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El hecho ocurrió en el caserío La Nueva, cantón San Julián, en Acajutla y por la oscuridad de la zona nadie logró observar las placas del cabezal. Su conductor, presuntamente, no se dio cuenta de lo que había pasado y continuó su recorrido.
Familiares auxiliaron a Walter, quien quedó tendido sobre el pavimento de la carretera y lo trasladaron hacia el Hospital Jorge Mazzini, de Sonsonate, donde estuvo ingresado hasta el lunes por la mañana.
Tenía una fractura de su brazo derecho y múltiples golpes en el lado izquierdo del rostro.
La familia de Walter se dedica a comprar verduras para ser comercializada posteriormente en mercados.
El día del hecho, el joven había ido a dejar algunos productos al otro lado de la carretera.
“Me crucé del separador; es una historia muy fea. Me crucé la carretera y de ahí no recuerdo más, quedé inconsciente. Yo lo vi a media calle (inicia a llorar y calla) … Yo no volteé (a ver) para arriba, solo me crucé la calle para agarrarlo. Me pasó pegando una rastra y de ahí no recuerdo nada”, contó el sonsonateco.
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Él y su familia sabe que está vivo de milagro; pero aseguró que si se presentara nuevamente la situación, no dudaría ni un solo instante en arriesgar su vida para salvar la de su hijo.
“Gracias a Dios estoy vivo, esa rastra era para que me matara. Cuando me pegó la rastra ya no recuerdo nada; cuando reaccioné, le decía a mi esposa ¿y mi hijo?”, contó aún conmocionado por lo que vivió.
La familia reside sobre la línea férrea, a escasos metros de donde ocurrió el incidente. Por ello, es habitual que los adultos crucen la carretera de un lado a otro con las precauciones debidas.
Pero ese día, nadie explica por qué el menor intentó llegar hasta su padre que estaba en medio de la carretera. El menor nunca había hecho dicha acción.