Una mezcla de sentimientos de alegría y tristeza sintió Nohemí cuando vio por primera vez a su nieto, de quien aún no sabe su nombre, porque nació mientras su hija permanece detenida en la granja penal de Izalco, en el municipio de Sonsonate.
La señora de 40 años conoció a su nieto por medio de una fotografía de su hija con el bebé en brazos captada en el Hospital Jorge Mazzini de Sonsonate y compartida en un grupo de chat de familiares de personas capturadas durante el régimen de excepción.
En la imagen, se ve a la joven vestida de blanco mientras carga un bebé. El infante tiene esparadrapos en ambas manos y un catéter.
“Sentí una gran alegría al verlos, pero a la misma vez me sentí triste porqué no sé si está enfermo o qué tiene el niño y quisiera que me lo dieran, porque sea como sea aquí, aunque pobremente podemos ver qué hacemos”, dice Nohemí.
Tras la publicación, la familia identificó a la joven y aprovechó para pedir que les entreguen al bebé y abogó por la liberación de la joven, petición publicada en la página de Facebook del Movimiento de Víctimas del Régimen (MOVIR).
Jaqueline Nohemí C.S. fue capturada el 11 de mayo de 2022, según lo que les dijeron las autoridades a su familia, por una llamada anónima que la señalaba de colaborar con las pandillas, afirmación que su familia niega.
Jaqueline tenía cinco meses de embarazo cuando fue detenida. Ese día ella se había levantado muy temprano para viajar desde Sabanetas (poblado fronterizo de Honduras) para ir hasta San Francisco Gotera para realizar una ultrasonografía como parte de su control prenatal de su segundo hijo.
Horas más tarde la joven llamó llorando a su madre para avisarle que iba a quedar detenida por una denuncia anónima. Y entre la tristeza le comentó que tendría un hijo varón.
El primer hijo de Jacqueline tiene seis años y ha quedado al cuidado de su abuela, quien relata que tras la captura de su hija, la visitó un grupo de personas que dijeron laborar en el Conna (Consejo Nacional de la Primera Infancia, Niñez y Adolescencia), pero a pesar de la falta de recursos en la que viven, nunca ha recibido un apoyo económico de ninguna institución.
“Mi esposo me dijo no te preocupes yo te voy a ayudar con el niño, con lo que gano con la cuma lo vamos a poner a la escuela ”, dice Nohemí, mientras descansa en el pequeño patio de su champa de lámina en la que vive junto su esposo, dos hijos y tres nietos.
Al hijo mayor de la joven capturada, su abuela le ha hecho creer que ella anda trabajando, y él todas las noches le pregunta cuándo va a regresar su mamá.
“El niño se va a graduar del kínder en noviembre y me pregunta si su mami puede salir del trabajo para verlo. A mi eso me parte el corazón”, dice Nohemí entre lágrimas.
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La familia de Jacqueline aboga por su inocencia, pues, relatan que ella desde que tuvo su primer hijo, cuando tenía 16 años y luego que se separó del padre del niño, había trabajado de manera constante para poder sostenerlo.
La madre relata que laboró vendiendo chips y teléfonos, en una funeraria, en una pastelería y en una venta de productos elaborados a base de frutas.
“Mire si ella pasaba trabajando y tengo fotos como pruebas, eso de lo que la acusan es falso. Yo le pido al señor presidente que libere a mi hija y a mi nieto. Yo no estoy en contra de lo que él está haciendo porque hasta la Biblia dice que los malos deben pagar, pero los inocentes no tienen porqué estar presos”, dice entre lágrimas la señora.
La hija de Nohemí lleva detenida un año tres meses, pero su madre solo ha podido llevarle paquete en tres ocasiones, con la ayuda de algunas personas altruistas de la iglesia donde ella se congrega.
El compañero de vida de Jaqueline y padre de su segundo hijo sólo preguntó por la situación los primeros días, luego ya no volvió. La señora asegura que es un soldado.
Para poder llevar el paquete debe salir un día antes desde el cantón Valle Nuevo, viajar más de 100 kilómetros desde Morazán hasta Izalco, en el occidente del país. Para ello debe pagar transporte particular.
La señora considera que la detención y encarcelamiento de su hija es una prueba de fe. “Todo cristiano debe enfrentar pruebas porque el Señor dice que el que no tiene pruebas que se aflija”, concluye.