Este jueves por la mañana -o madrugada- hemos conocido sobre la renuncia de Boris Johnson como líder del Partido Conservador del Reino Unido. Y por eso, pronto dejará de ser el primer ministro británico.
Johnson, conocido por su inusual carisma y marcado por varios escándalos en su corto gobierno, parece estar llegando al final de su carrera política.
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¿Qué significa esta renuncia para Johnson, para su cargo como primer ministro y para el Reino Unido?
Además. ¿por qué la tragedia de Boris nos recuerda que los actos tienen consecuencias?
Aquí lo trato de explicar.
Pero primero, ¿quién es Boris Johnson?
Boris Johnson es un político inusual, especialmente en Reino Unido. En un país acostumbrado a políticos muy formales y “seriecitos”, Boris se planteó como alguien despreocupado, relajado y un poco informal. Y para reforzar esta imagen, incluso se despeinaba solito antes de las entrevistas.
Fue alcalde de Londres durante los Juegos Olímpicos y su gente lo recuerda como el tipo que se quedó atascado haciendo canopy.
Pero su salto a la fama vino con el Brexit. Cuando los británicos votaron por salir de la Unión Europea y dos primeros ministros fallaron en esta misión, él ascendió con la promesa de estar listo para esta tarea.
Johnson es lo que en política se conoce como un sobreviviente. Un tipo menos interesado en dar mensajes consistentes y más interesado en ganar. Se dice que en 2016, un día antes del referéndum sobre el Brexit, él mandó dos artículos: uno a favor y uno en contra, con una instrucción, publicar el que gane.
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¿Qué pasó en su gestión?
Si bien logró ejecutar el Brexit, durante su gestión ha habido algunos escándalos importantes.
Por una parte, se dice que empresarios han tenido acceso a información privilegiada de los ministros y han calificado al gobierno como “corrupto”.
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Además, la oficina de Johnson afirmó no saber sobre acusaciones de acoso sexual de una persona que el primer ministro nombró en un cargo de liderazgo. Sin embargo, en 2019 se les advirtió de esto.
El más importante es que mientras los británicos sufrían las consecuencias del confinamiento, en la oficina de Johnson se celebraban fiestas con bebidas alcohólicas. Incluso un día antes de que falleciera el príncipe de Edimburgo, Felipe.
Y si bien había sobrevivido —un poco con suerte, un poco con cinismo— estos y más escándalos, esta semana renunciaron piezas clave de su círculo.
Al verse cada vez más solo y su gobierno sin mayor futuro, Boris decidió renunciar y salir por la puerta chica de los primeros ministros. El primer ministro se va políticamente muy golpeado y despeinado —esta vez no a propósito.