Bajo el nombre ficticio de “Miriam”, una salvadoreña narró las duras experiencias que vivió luego de viajar a España en 2013 y caer en una red de explotación sexual que la mantuvo prisionera.
A través de un podcast compartido en la plataforma de Playser, la salvadoreña “Miriam” dio su testimonio afirmando que llegó a España en 2013 en búsqueda de mejores oportunidades para trabajar y el deseo de superación.
Su agonía empezó luego de encontrar una oferta de trabajo, presuntamente se buscaba personal femenino para limpieza; sin embargo, Miriam, señala que fue al lugar de la entrevista y bajo engaños posteriormente fue trasladada a otro sitio sin conocer su ubicación, donde se encontraban otras mujeres, todas extranjeras a las que se les retiraron sus documentos.
Desde ese momento su vida dio un cambio radical, su rutina diaria se volvió un tormento. “Pues era dormir poco si nos dejaban, luego si no te acercabas a los hombres que iban, porque nos quedábamos sentadas, pues nos llamaba el dueño y nos decía que teníamos que acercarnos a todos”, durante meses ella y un grupo de al menos 20 mujeres de diferentes nacionalidades fueron explotadas.
Las raciones de comida eran limitadas una por la mañana y una por la noche “para cuidar su peso”.
“Aunque estabas enferma, daba igual, tenías que seguir trabajando”. dijo. Y señaló que ella afortunadamente nunca enfermó de gravedad, que debía seguir trabajando incluso cuando se encontraba con su menstruación y vio cómo otras mujeres enfermaron de gravedad y nunca recibieron atención médica.
Miriam señala que nunca vivió violencia física y recalca que sus captores utilizaban otros métodos como la intimidación y las amenazas para hacer que todas cooperaran. Su oportunidad de escape se presentó meses después de haber ingresado a la red de trata, cuando un grupo de policías llegaron al bar a supervisar que todo estuviera en orden.
Durante una entrevista con los agentes, Miriam fue obligada a decir que todo estaba muy bien, que estaba ahí por voluntad propia y que recibía los servicios básicos como alimentación y una estadía; sin embargo, también recibió una tarjeta a la que podría llamar en caso de no estar segura en dicho lugar.
Posteriormente un cliente que solicitó sus servicios fuera del bar y Miriam suplicó por ayuda, el mismo hombre fue quién la llevó a una delegación policial para establecer una denuncia y obtener su libertad a un año de explotación sexual.
Pasaron los años, pero Miriam aún tiene miedo a represalias, por lo que accedió a dar su testimonio a Marta González Manchón, abogada y Coordinadora del Área de Sensibilización de Proyecto Esperanza, usando un nombre falso, voz distorsionada y sin dar detalles de su paradero actual.