A pocos días de la toma de posesión de Donald Trump como el 47 Presidente de los Estados Unidos, la guerra entre Ucrania y Rusia sigue muy intensa. La amplitud de las acciones corre de los ataques frontales en el frente en el este de Ucrania, tanto como en la región de Kursk en Rusia. Otra forma de la guerra: los ataques dirigidos hacia blancos que puedan ser responsables militares o públicos, además de las infraestructuras.
El último ejemplo de esta estrategia que usa actualmente Kiev ha sido el asesinato del General Igor Kirillov en la capital rusa, saliendo a la madrugada de un edificio, víctima de una bomba instalada sobre un “scooter” que estalló a unos metros. El atentado ha sido reivindicado por los servicios secretos ucranianos, SBU, en el enmarco de una acción definida como “terrorista” por Vladimir Putin.
El General Kirillov, sancionado por Londres en octubre pasado, por el presunto despliegue de armas químicas en Ucrania, es el más alto responsable militar ruso asesinado desde el principio del ataque de Moscú el 24 de febrero de 2022. Este ataque logró impactar un responsable operacional en el corazón del aparato castrense recordando que las acciones militares están intensificadas tanto en el territorio ucraniano como a través de operaciones concentradas en Rusia como lo demostró la muerte del General Kirillov. El día precedente al acto, el SBU ucraniano había publicado una foto del oficial ruso, acusándolo de ser el origen del uso de productos químicos prohibidos sobre los campos de batalla. Este tipo de arma está prohibido por los tratados internacionales. En Europa se guardó en memoria los desastres químicos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Estos últimos años no se olvidó el uso de armas químicas en Siria, por ejemplo. Es decir, la fuerza del acto, enfocando una realidad de guerra a pocas semanas de un cambio de Presidente de los Estados Unidos.
La llegada de Donald Trump tendrá consecuencias sobre el conflicto. Por primera vez, encontró a Volodymyr Zelenski en Paris, el sábado 7 de diciembre pasado. La imagen fue fuerte, acelerando a la vez la impresión de una negociación entre Rusia e Ucrania, bajo los auspicios de los Estados Unidos en presencia de Europa (con un papel en definir), en el transcurso del 2025. Pero obviamente, los términos de una supuesta negociación, están por definir: forzada anuncia un regreso de la guerra dentro de unos años.
Consentida, no debe tener el gusto de un retroceso o capitulación tampoco. Tantas razones que explican que de parte y de otra se quiera llevar la guerra al corazón de las dos sociedades: para Ucrania, lograr ataques sorpresas y contra personas claves en el dispositivo militar, permite hacer sentir el costo de un conflicto afirmando que no existe “santuarios” rusos. La autorización de las últimas semanas, por la administración Biden, de uso de los misiles ATCMS, de mediano alcance, tiene también este objetivo cuando Rusia promete represalias. Moscú lanzó el viernes 20 de diciembre un ataque sobre la capital ucraniana, Kiev, usando armas de largo alcance y precisión. Ha sido una respuesta al ataque ucraniano en la región rusa de Rostov.
Moscú afirma que fue llevada a cabo con los misiles otorgados por Washington y el Reino Unido, hablando de 6 misiles Atacms y 4 Storm Shadow. Moscú se concentró sobre un centro de mando de la inteligencia ucraniana tanto como un sistema de misiles antiaéreos “Patriot” fabricados en los Estados Unidos.
Kiev afirmó que 8 misiles habían sido usados, entre ellos, misiles hipersónicos Kinzhal y balísticos Iskander/ KN-23. Lo cierto es una demostración de violencia cuando este conflicto dura desde hace 3 años. Tensiones con la Organización del Tratado del Atlantico Norte, con una Unión Europea en la cual países como Alemania y Francia que fueron presentados durante decenios como “el motor” europeo atraviesan crisis política siguen fuertes.
Los últimos eventos en el Próximo y Medio Oriente a raíz de la caída del régimen de Bashar Al Assad, refugiado en Moscú, debilitaron las posiciones de Rusia en el Mediterráneo oriental tanto como su aliado, Irán, que pierde un socio a través del cual podía suministrar organización terrorista como el Hezbollah implantado en el Líbano. Es decir, cuanto el contexto regional e internacional relacionado con el conflicto ruso-ucraniano esta tensionado, lleno de incertidumbre. Esta impresión no oculta el hacer pensar en una lógica de un “todo fuego” antes de una presión de los Estados Unidos para que cese el conflicto.
Tantas preguntas se perfilan: ¿Ucrania vera una parte de su territorio quedarse en “las manos” de Moscú? ¿Vladimir Putin podrá validar una negociación dejando Volodymyr Zelenski gobernando a sus puertas? La Unión Europea no puede ser ausente de una salida de conflicto. Pero no podrá tener un papel de espectador mientras reforzó su potencial militar desde 2022, viéndose obligada en validar una solución impulsada por Washington que podría presionar a través de la OTAN, la posición de los europeos. Más que nunca, 2025 se está anunciando como un año estratégico y crucial para el equilibrio internacional.