“Mientras haya injusticias, mientras no se escuchen los reclamos justos de la gente, mientras en un país se estén dando signos de no madurez en el camino de plenitud del Pueblo de Dios, ahí tiene que estar nuestra voz contra el mal, contra la tibieza en la Iglesia, contra todo aquello que nos aparta de la dignidad humana y de la predicación del Evangelio”.
Así se pronunció el papa Francisco este viernes ante un grupo de peregrinos salvadoreños que viajaron al Vaticano para agradecer la beatificación de los mártires Cosme Spessotto, Manuel Solórzano, Nelson Lemus y Rutilio Grande, por el que el pontífice mostró, como por San Óscar Romero, una gran devoción. Todos fueron asesinados en el contexto de la guerra que vivió El Salvador desde finales de los años 70 y los 80.
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Francisco expresó que “el mensaje de estos mártires nos llama a identificarnos con su pasión que, como hemos dicho, es la actualización de la pasión de Cristo en el momento presente, abrazando la cruz que el Señor nos ofrece a cada uno personalmente. Y este proyecto de camino, de camino espiritual, de oración, de lucha, a veces tiene que tomar la forma de la denuncia, de la protesta, no política, nunca, evangélica siempre”.
“Porque los problemas no terminaron, la lucha por la justicia y por el amor de los pueblos sigue. Y para luchar no bastan las palabras, no bastan las doctrinas, lo cual sí es necesario, pero no bastan; bastan testimonios, y eso es lo que tenemos que seguir”, subrayó
Agregó que “aunque las realidades del actual El Salvador no son las de los tiempos que vivieron los cuatro beatos y San Romero" hay que "aprender de ellos la llamada al compromiso, a la fidelidad, a poner la fe en Dios y el amor al hermano en primer lugar".
“Animémonos unos a otros, pensemos en aquellos que están en dificultad en nuestro pueblo: los más pobres, los presos, los que no les alcanza para vivir, los enfermos, los descartados. Y agradezcamos a Dios el poder caminar con la fuerza de la fe para servir a nuestro pueblo”, indicó.
El Papa reveló un recuerdo personal: "Yo sentí mucho la vida de estos mártires, la viví mucho, viví el conflicto de pro y contra. Y es una devoción personal".
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"A la entrada de mi estudio, tengo un pequeño cuadrito con un pedazo del alba ensangrentada de San Óscar Romero y una catequesis chiquitita de Rutilio Grande, para que me hagan recordar que siempre hay injusticias por las que hay que luchar, y ellos marcaron el camino", señaló el Pontífice.
El Papa añadió "que el primer fruto de la muerte de los beatos fue el restablecimiento de la unidad de la Iglesia".
“Este hecho fue destacado por San Óscar Romero en la misa exequial del padre Rutilio Grande, el 14 de marzo de 1977, cuando escribe emocionado cómo 'el clero se apiña con su obispo' y concluía su homilía diciendo: 'comprendamos esta Iglesia, inspirémonos en este amor, vivamos esta fe y les aseguro que hay solución para nuestros grandes problemas'”
A los religiosos salvadoreños, el Papa les pidió que como estos mártires "estén, siempre de camino hacia su pueblo para identificarse con ellos, para vivir con ellos”. El padre Grande y sus colaboradores Lemus y Solórzano fueron asesinados en 1977, mientras que la muerte del religioso italiano Spessoto ocurrió en 1980. Los cuatro fueron beatificados en San Salvador en enero.
Se calcula que 400 peregrinos salvadoreños que colorearon de azul y blanco la Ciudad Eterna llegaron al Vaticano encabezados por el cardenal Gregorio Rosa Chávez.
Tras su encuentro con el Pontífice, los peregrinos se dirigirán este domingo a Milán, específicamente al centro Shuster, donde está la comunidad salvadoreña Monseñor Romero y habrá una misa de acción de gracias oficiada por sacerdotes de la Diócesis de Chalatenango.