Las elecciones son un momento clave para Ecuador, la región andina y América Latina, tanto como las elecciones en Guatemala, porque constituyen uno de los factores que revelan la recomposición del narcotráfico más fortalecido en la Latinoamérica y en el mundo.
“El narco está tratando de apoderarse de los Estados, pero un Estado no puede responder solo. Por eso es clave la unidad y la cooperación en la búsqueda de redes financieras y digitales”.
A esta conclusión llega el politólogo francés y especialista en temas internacionales Pascal Drouhaud en entrevista con El Diario de Hoy justo hoy cuando se celebran elecciones presidenciales en Guatemala y Ecuador.
Ambos países han sido sacudidos por episodios trágicos y políticos que intentan variar los resultados de los comicios. En Guatemala, distintas autoridades han tratado de impedir de múltiples maneras el ascenso del candidato socialdemocráta y activista anticorrupción Bernardo Arévalo, un hombre que amenaza romper el viejo sistema político del país. En Ecuador, sicarios asesinaron al candidato presidencial Fernando Villavicencio, también una amenaza para el viejo establecimiento político y la corrupción.
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Pascal Drouhaud considera que el asesinato de Villavicencio, del alcalde de Manta, Agustín Intriago, y de otros responsables territoriales ha mostrado el drama que vive Ecuador y que la amenaza que enfrenta América Latina, desde que se salió de la emergencia de la pandemia, es la reorganización y el reforzamiento del narcotráfico.
“Ecuador no es cualquier país en la región. Ofrece una vitrina con puertos importantes, entre ellos Manta y Guayaquil, hacia las nuevas rutas del narco, que implica a toda la región, comenzando por Colombia, principal productor de cocaína”, explica Drouhaud.
Según el analista, Ecuador es el país donde se cristaliza la droga y sale por toneladas por puertos hacia México, donde carteles como el Jalisco y Sinaloa se han constituido en polos centrales de donde se trasiega la droga hacia Estados Unidos, Europa y África, que vive convulsiones integristas y golpes de Estado, sobre todo en África Occidental, donde se nota una nueva correlación de fuerzas.
Drouhaud recordó que el narco ha estado detrás de los asesinatos de importantes figuras, como el fiscal paraguayo Marcelo Pecci en 2022, el presidente de Haití, Jovenel Moïse, en 2021, y ahora las de muertes del candidato presidencial ecuatoriano Villavicencio, el alcalde Intriago y el político correísta Pedro Briones.
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“El narco se ha fortalecido y ha reclutado sicarios, sobre todo colombianos, como se ha podido evidenciar”, advirtió.
El politólogo francés también recordó que el asesinato de Villavicencio fue precedido por una de sangrientas revueltas en prisiones ecuatorianas. “Este mapa es que quedó al descubierto con el asesinato de Fernando Villavicencio”, subrayó.
El asesinato de Villavicencio, a manos de presuntos sicarios colombianos, ha concentrado la atención internacional de un fenómeno de violencia y asesinatos atribuidos al crimen organizado y al narcotráfico que se ha ensañado con autoridades de todo nivel, el último de ellos Pedro Briones.
En la víspera de las elecciones locales celebradas en febrero pasado fue asesinado Omar Menéndez, candidato a la alcaldía del municipio costero de Puerto López por el partido correísta Revolución Ciudadana y quien ganó póstumamente.
En el marco de esa misma campaña electoral fue asesinado también a tiros el abogado Julio César Farachio, candidato a alcalde de la costera ciudad de Salinas por el movimiento izquierdista Unidad Popular, mientras realizaba un acto proselitista donde quedó tendido en medio de un charco de sangre.
Otros candidatos sufrieron también ataques, como el exfutbolista de la selección ecuatoriana Frickson Erazo
Estos crímenes se concentran particularmente en la costa, y en especial en Esmeraldas, Manta y Guayaquil, zonas claves para las bandas criminales que controlan la rutas del narcotráfico y que utilizan los puertos ecuatorianos como grandes lanzaderas de la cocaína que llega a Estados Unidos y Europa, procedente principalmente de Colombia y también de Perú.
Narcos de “cuello blanco”
El analista razonó que, aunque hechos como estos hacen recordar la violencia narcoterrorista en Colombia en los años 80, lo cierto es que ahora está detrás el bajo mundo pero “de cuello blanco”.
“En esa época el Estado estaba confrontado con los cárteles como el de Cali, el Medellín con Pablo Escobar o los Rodríguez Orejuela, pero ya no es así. La producción de droga es billonaria, las “inversiones” son astronómicas, estamos en la era digital… Ahora el negocio es de cuello blanco… El dinero tiene que ser “invertido”, blanqueado”, explicó.
“Lo que sucedió en Ecuador es la alerta para todos señalando el momento en que estamos, con el narcotráfico más organizado”, expresó. “Ya está a escala global, con medios tecnológicos nuevos globales, digitales y físicos, pues hasta submarinos hay para trasegar drogas”.
Villavicencio era un peligro para ellos, por ser un periodista anticorrupción e investigador y tenía una década de estar amenazado.
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“Era un peligro definitivamente”, subrayó, también por los apoyos que podría tener en el Congreso contra el narcotráfico y la corrupción.
El mismo fondo tienen los asesinatos de los alcaldes, sobre todo el de Manta, por su puerto de Manabí, de donde salen pescadores de atún que llegan hasta las puertas de Japón.
“El narco ya no tiene miedo”
Paraguay, un país que parece muy tranquilo, sufrió el asesinato de su fiscal general en islas de Colombia recientemente. “Esto demuestra la fuerza de organización, planificación e información para asesinar a una autoridad donde sea”, señaló.
“El narcotráfico tiene medios y ya no tiene miedo de confrontar al Estado”, enfatizó.
Según Drouhaud, los responsables políticos están preocupados de que el narco haya tocado a Paraguay de esta forma.
Guatemala
Otro tanto sucede en Guatemala, a juicio del politólogo francés.
“Guatemala es un país importante con gran parte del comercio regional… Las elecciones revelan un curso nuevo”, observó.
Para el politólogo, Guatemala enfrenta también la expansión global del narcotráfico, que en Latinoamérica es más bien un proceso de “colombianización” como en los años 80.
Estos problemas se agravan en un subcontinente en el que el 30 por ciento de los 600 millones de habitantes de Latinoamérica, unos 200 millones, están en pobreza extrema, lo cual fue acelerado por el covid.
Para Drouhaud, es importante que los países enfrenten unidos este flagelo considerando la sofisticación y el avance del narcotráfico en la región y el mundo.
Por ello ve positivo cómo varios países están uniéndose en bloques, como los que promueve el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva.
Pascal Drouhaud recuerda que Latinoamérica son 33 países, 33 realidades diferentes, pero la guerra que se está anunciando contra el narcotráfico puede ser un elemento de unidad, porque son muchos países que están confrontados con los cárteles, como Brasil, Colombia, México, los países y economías más importantes del continente.
“Estamos viviendo un momento clave y el narcotráfico ha cobrado fuerza, pero también hay una guerra entre ellos”, observó.