Ante el reciente plebiscito en su país natal, Chile, José Miguel Vivanco dijo el resultado (rechazo al nuevo texto constitucional) debe entenderse como el triunfo de la sensatez sobre una propuesta populista sin asidero en la realidad.
Además, destacó que el presidente chileno, Gabriel Boric, es un demócrata que generó confianza al reconocer rápidamente la derrota de la constitución que él mismo promovía.
¿Cómo interpretar los resultados del plebiscito de salida?
Es una demostración sólida y abrumadora del nivel de madurez cívica de un pueblo que rechazó democráticamente y en plena libertad un ofertón populista.
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¿A qué responde tan amplio rechazo?
Fundamentalmente a la falta de credibilidad de la convención que redactó este texto. Segundo, a las enormes debilidades del texto, fundado en criterios esencialmente ideológicos y sumado a eso, la poca credibilidad que tiene el actual gobierno.
Es difícil creer que a un pueblo al que se le promete pensiones dignas, casas de mejor calidad, educación de calidad gratuita, o salud, democráticamente decida rechazar esa oferta.
Una de las explicaciones es que la gente entiende que este tipo de ofertas están usualmente vinculadas a una economía sólida, sana, que crece y genera empleo, que atrae inversión. Y eso no era claro para nada en el texto constitucional que se ofreció.
Y los chilenos tuvieron la sabiduría de identificarlo a tiempo…
Es un hecho sin precedentes y una bocanada de aire fresco en una región donde lamentablemente proliferan ofertas populistas sin mayor asidero.
Cuando habla de que fue una propuesta populista, ¿a qué se refiere?
A un listado enorme de derechos sociales que se prometen y no queda claro cómo se van a materializar. Lo cierto es que mientras más larga es la lista de oferta de derechos es menos creíble la propuesta.
El rechazo ganó en todas las regiones de Chile y en algunos lugares con la mayor concentración de pueblos originarios o indígenas pero ganó por paliza y creo que este texto reflejó una visión sectaria y sesgada de la realidad. Esta propuesta fue elaborada por un grupo de personas muy radicales que creyeron que iban a gobernar Chile por los próximos cien años, sin importar buscar o escuchar la posición de otros sectores, creyendo que era posible excluirlos. En ese sentido hubo un fuerte sesgo de autoritarismo por los convencionales.
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¿Es esto un espaldarazo a la Constitución de 1980?
De ninguna manera. Esa sería una lectura simplista y errada. Hay unos sectores de la ultraderecha chilena que la tienen, creyendo que podemos mantenernos en el status quo.
Los chilenos en su gran mayoría comprenden que lo que el país requiere es una economía sana, de mercado, abierta al mundo, pero hace falta que el Estado tenga una presencia fuerte, logre desarrollar políticas públicas propias del estado de bienestar, al estilo europeo. No es simplemente un Estado que se lava las manos y deja todo en manos de los privados, en un Estado que busca nivelar la cancha y apoyar con oportunidades de educación, progreso, movilidad social y servicios públicos a los sectores menos favorecidos.
Chile cuenta con gran prestigio en su desempeño económico, pero eso no se traduce en mejor calidad de vida para las grandes mayorías, que esperan que la clase política busque una opción mucho más balanceada, que no se vaya a los extremos que propuso este proyecto constitucional fracasado. Pero al mismo tiempo, que esto no implique regresar a un modelo neoliberal puro sin corregir las enormes desigualdades en el país.
¿Hacia dónde debería moverse el diálogo para evitar nuevos mesianismos o estallidos sociales?
Si la ultraderecha lee esto como un respaldo a su visión, estarían cometiendo un grave error. Sería un error si se atrincheran en una posición y creo que no va a ocurrir.
Hay sectores que tienen posiciones muy extremas, pero esa no es la situación de la mayoría de chilenos. Si la derecha se atrinchera e intenta regresar al pasado, va a ser un gravísimo error y puede regresar al país a un tipo de manifestaciones masivas.
¿Cuál es el reto de la centroizquierda?
La izquierda democrática debe leer esto como una gran oportunidad histórica para que el país retorne a la senda de la sensatez y busque grandes acuerdos políticos entre la centroizquierda y la centroderecha para promover un proyecto que refleje la posición de las grandes mayorías que se manifestaron en el plebiscito.
El gobierno de Boric tiene un papel crucial que cumplir moviéndose hacia posiciones de centro y buscando por sobre todas las cosas la gobernabilidad del país y promoviendo un proyecto de reforma constitucional lejano a posiciones destructivas, radicales y fanáticas.