Donald Trump y su homólogo francés, Emmanuel Macron, se reunieron el lunes pasado en la Casa Blanca. En el "menú" de las discusiones, Ucrania obviamente. Para el presidente francés, se trataba de "reintroducir" a la Unión Europea en el diálogo abierto entre Washington y Moscú sobre Ucrania, todavía sin la participación de Kiev tanto como de los europeos.
Como lo recordó el jefe de Estado francés en la conferencia de prensa bilateral, los europeos participaron desde el principio del conflicto el 23 de febrero de 2023, a 60% de la financiación del apoyo a Ucrania. Precisión importante aportada durante un encuentro cuya forma demostró un espíritu de "camaradería" sino de "complicidad", sobre la forma, entre los dos líderes teniendo, por lo tanto, visiones diferentes sobre el fondo.
Para Macron, cuyo país es el único en detener el potencial nuclear militar en la Unión Europea, se trata de aparecer como un elemento de unidad de dicho espacio, a fin de obtener "unas garantías de seguridad" de parte de los Estados Unidos. Es decir, que se entendió la nueva postura estadounidense que quiere llegar a un acuerdo con Rusia, sobre Ucrania, tanto como sobre otros aspectos, incluyendo comerciales. Partiendo de esta nueva realidad, este encuentro se presentaba como "una concertación transatlántica" mientras Europa está tratando de adaptarse a la posición unilateral de los Estados Unidos.
Intentando defender "la soberanía ucraniana", los europeos están confrontados a contradicciones que surgen a evidencia con la posición de Trump: financian el esfuerzo de guerra de Ucrania, al nivel de 60%, adoptan sanciones contra Rusia, pero le falta una política común en materia de defensa. ¿Quién encarna la posición europea cuando los Estados Unidos hablan de una sola voz? Confiando su protección en materia de defensa a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se consolidaron desde la creación en 1957 de la Comunidad Económica Europea, en un espacio de paz y prosperidad, durante decenios primer espacio comercial internacional.
Hoy en día, el presidente estadounidense tiene una visión de rentabilidad económica. Considera que los europeos, de una forma u otra, recuperan el dinero que dedican a Ucrania. Trump piensa que los Estados Unidos, participando de la seguridad de los europeos que tuvieron decenios para renacer de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, deben recuperar estos flujos financieros de una forma u otra. Es la razón por la cual apareció el tema de "las tierras raras", de minerías que podrían constituir el pilar de un acuerdo entre Ucrania y los Estados Unidos, horizonte nuevo que puede explicar la posibilidad de una pronta visita del presidente ucraniano a Washington, cuando hace pocos días, era calificado como un "dictador" que había empezado la guerra en 2023. Revisionismo de la historia que puede haber sido una postura agresiva de negociación de parte de Trump en estará el 9 de mayo próximo en Moscú para la celebración de la Victoria de 1945 (celebrada el 8 por los aliados occidentales).
Serían aún más creíbles si beneficiasen de unas garantías de seguridad de los Estados, tema sobre el cual no se comprometió Trump. Para él, la meta parece consistir en romper el enlace entre Rusia y China. ¿Cuál es el objetivo? Debilitar a Beijing, quien se ha vuelto el adversario comercial y tecnológico de los Estados Unidos a nivel global y en materia de seguridad en la región indo-pacífica. Europa ya no aparece como una prioridad para Washington, enviando de vuelta a los europeos, su propia responsabilidad en cuanto a su porvenir. Compartiendo sobre "la paz", los dos líderes tienen un concepto distinto en cuanto a su contenido: para el francés, no puede ser "un acuerdo frágil" que pueda perecer para Kiev como una capitulación, anunciando las bases de un futuro conflicto. Europa lo vivió en 1938 a través del Tratado de Múnich entre Alemania, Francia y Gran Bretaña, que no impidió la guerra en septiembre de 1939 cuando Alemania invadió Polonia.
Los europeos consideran que, si no se responsabiliza Rusia, las semillas de una amenaza permanente estarán establecidas, razón por la cual Trump afirmó que Putin no estaba en contra de la presencia de fuerzas europeas de mantenimiento de la paz en Ucrania, confirmando sus últimas declaraciones: "Sí" a una Ucrania en la Unión Europea, "No" a una Ucrania en la OTAN. Convencidos de que una tregua es accesible, falta aún convergencia sobre el compromiso para una paz duradera, es decir, justa. Es exactamente el motivo de las divergencias presentes de las cuales parece sacar provecho Moscú. Aparte del tema ucraniano pero enlazado a esta realidad, Macron abordó el de las relaciones comerciales mientras la perspectiva de nuevas tarifas aduaneras preocupa a los europeos. "Nuestra voluntad consiste en tener una competencia justa, equitativa entre nuestras industrias, intercambios fluidos y más inversiones" en los dos lados del Atlántico, afirmó Macron.
Tarea compleja para el presidente francés que intentó preservar su relación con Donald Trump, defender Ucrania, demostrar el interés de la Alianza Atlántica mientras la administración actual busca desacoplarse de Europa para concentrarse sobre el espacio indo-pacífico, con la intención de contener la influencia china, abriendo la posibilidad de un cambio del equilibrio de seguridad global que luce, desde Washington, como un paso de realismo político indispensable para enfrentar la bipolaridad sino-americana.
Politólogo francés y especialista en relaciones internacionales.