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El éxodo venezolano pasa por Centroamérica

La migración de personas de Venezuela y Sudamérica que escapan por la pobreza y falta de oportunidades está llegando a grandes escalas, a pesar del peligro

Por Agencias | Ago 27, 2023- 16:41

Unos 2,500 migrantes venezolanos llegan a Panamá desde Colombia cada día, guiados por coyotes para cruzar la selva en El Darién. Foto EDH/ AFP

La frontera natural del Darién, entre Panamá y Colombia, de 266 km. de largo y 575,000 hectáreas de superficie, se ha convertido en un corredor para los migrantes de Sudamérica, en su mayoría de Venezuela y Ecuador, que tratan de llegar a Estados Unidos a través de Centroamérica y México.

La ola migratoria va en aumento. El número de migrantes se ha triplicado en las últimas semanas, pese a la advertencia de Washington de impedir su ingreso al país.

Según datos oficiales, en lo que va de año más de 307,000 personas han cruzado el Darién, una cifra superior a la de 2022, cuando 248,000 migrantes tomaron esa ruta.

Algunos migrantes venezolanos que han llegado a San Salvador en su tránsito hacia EE.UU. también han relatado a El Diario de Hoy las atrocidades que han atestiguado.

Ola migrante en Panamá

Unos 2,500 migrantes llegan cada día a Panamá en su viaje hacia Norteamérica tras cruzar la inhóspita jungla del Darién, lo que evidencia “una subida extrema” del flujo de estos viajeros irregulares, alertó el ministro panameño de Seguridad, Juan Pino, en una entrevista con EFE.

Un hombre herido es auxiliado para avanzar en la selva del Darién. Foto EDH/ AFP

Hay una “subida extrema de la migración, éxodo masivo en aumento (…) están entrando más de 2.500 personas migrantes por día a Panamá, la puerta de entrada a Centroamérica desde el sur del continente”, afirmó Pino, durante un recorrido por los campamentos y estaciones de recepción migratoria instalados en la provincia panameña de Darién.

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En las estaciones de recepción migratoria, donde hay presencia de una docena de organismos internacionales, las autoridades de Panamá toman los datos biométricos de los viajeros y les ofrecen servicios de salud y alimentación, en una operación única en el continente.

En lo que va de este 2023, han llegado a Panamá por la jungla 294,182 migrantes irregulares, una cifra inédita, de acuerdo con datos del Servicio Nacional de Migración (SNM) a los que tuvo acceso EFE.

Este año, lo mismo que los dos anteriores, la gran mayoría de los viajeros son venezolanos (más de 170,000), ecuatorianos (40,000) y haitianos (más de 34,000), aunque también hay asiáticos, principalmente de China, y africanos. Solo el jueves de la semana pasada arribaron al Darién 2,765 migrantes, de los que el 23.1 % o 640 eran menores de edad.

Mapa de ubicación de la selva del Darién, en Panamá. / Gráfico EDH

Este agosto, con 42,424 migrantes entrando por el Darién, “hay un repunte muy grande en comparación con otros meses”, dijo Pino. A este ritmo, las autoridades panameñas estiman que a final de año unos 400,000 migrantes habrán cruzado el Darién.

La voz se le quiebra a Wilmari Gamero, migrante venezolana de 20 años, al describir, llorando, la odisea que vivió en la selva del Darién, con su esposo, su hijo de dos años y un cuñado. Gamero llegó hace nueve días a Danlí, Honduras, donde dijo a EFE que en la selva del Darién le robaron la comida que traía para su hijo, y que les tocó dormir alrededor de árboles porque no tenían un carpa.

Indicó además que la única solidaridad que tuvo fue de una familia ecuatoriana y otra peruana, que les dieron “algo de comida” y que en la selva bebían agua contaminada de un río en el que han muerto muchos migrantes.

Causas del repunte

“Esta migración obedece al cambio de las políticas migratorias de Estados Unidos, porque el destino de ellos es Estados Unidos, se puede decir que más del 99 %”, afirmó Pino a EFE.

Estados Unidos aplica cambios a los parámetros para otorgar asilo y ha endurecido la política para aquellos que entren de manera ilegal al país.

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Los migrantes “todavía tienen esa esperanza” de llegar a EE.UU., se trata de personas “con familia, niños, niñas” que transitan el Darién, “que es un área difícil, hostil, dura, para buscar una nueva vida a costa de su propia vida”.

Un problema de seguridad

Panamá tomará medidas “contundentes” para frenar la ola migratoria que trata de llegar a Estados Unidos a través de la selva del Darién, informaron las autoridades, que denunciaron una supuesta falta de cooperación internacional.

Un migrante venezolano se recupera después de recibir asistencia tras pasar el tapón del Darién, en Panamá. / Foto EDH/ AFP

Para Panamá, un país de tránsito al que le “toca atender” el flujo migratorio, “ahora la migración se ha convertido en un problema de seguridad nacional”, dijo Pino.

Es por ello que las autoridades lanzaron hace casi cinco meses la llamada Campaña Escudo en el oriente del país, que incluye a Darién.

El venezolano Emilio Bolívar lo supo tras vivirlo en carne propia: ocho días en la selva, tres de ellos sin comer junto con su mujer embarazada, y una caída que lo dejó malherido.

“Me dijeron que era rudo pero no imposible. Pero no, no se lo recomiendo a nadie. Mira cómo ando”, dijo a EFE, mostrando las muletas que le ayudan a movilizarse.

Tránsito por Costa Rica

El éxodo migratorio que recorre el continente americano pasa por Costa Rica en medio de penurias, riesgos a la integridad y a la vida y utilizando pasos peligrosos en la porosa frontera con Nicaragua, donde los migrantes también se exponen a extorsiones y al tráfico de personas.

En la comunidad de Los Chiles, en el norte de Costa Rica, la crisis migratoria tiene una de sus tantas escalas en su ruta hacia Estados Unidos. Es el sitio designado por las autoridades para que los migrantes puedan salir hacia Nicaragua, y la gran mayoría de ellos lo hace de noche, en condiciones irregulares y peligrosas.

Según datos oficiales, en las últimas semanas ha aumentado de 1,000 a 3,000 el número diario de migrantes que ingresan a Costa Rica desde Panamá por la frontera de Paso Canoas. Desde allí, migrantes que pueden pagar el boleto de $30 toman autobuses hasta Los Chiles, frontera entre Costa Rica y Nicaragua. En los últimos días, a Los Chiles están llegando más de 40 autobuses por día.

Una familia es asistida por un taxista informal, el 16 agosto 2023, en la localidad de Los Chiles, al norte de San José (Costa Rica). El éxodo migratorio que recorre el continente americano pasa por Costa Rica en medio de penurias, riesgos a la integridad y a la vida y utilizando pasos peligrosos en la porosa frontera con Nicaragua, donde los migrantes también se exponen a extorsiones y al tráfico de personas. EFE/ Jeffrey Arguedas

La muerte de tres venezolanos el pasado 19 de julio en Los Chiles, cuando el vehículo en el que eran transportados cayó a un río, ejemplifica el riesgo al que se exponen al contratar servicios ilegales para que los movilicen en carros viejos que están en pésimas condiciones.

EFE pudo constatar que en la comunidad operan decenas de transportistas conocidos como “los talibanes”, quienes recogen a los migrantes en paradas de autobús y les cobran para llevarlos hasta puntos ciegos.

Este transporte ilegal de personas florece por el poco control de las autoridades y porque los migrantes no tienen los $150 que el Gobierno de Nicaragua cobra como “salvoconducto” para ingresar legalmente por el puesto fronterizo de Las Tablillas, situado a seis kilómetros de Los Chiles.

Otro de los riesgos a los que se exponen los migrantes es al tráfico de personas, pues en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua también se puede contratar a “coyotes” para viajar por medio de naranjales y ríos.

“En Costa Rica lo que está afectando mucho en el deterioro de las condiciones de seguridad es la presencia de este grupo de coyotes que le llaman ‘los talibanes’, que al final se beneficia del tránsito de personas. Han hecho de esto su negocio y para proteger su fuente de ingresos ilegal ejercen violencia y más control sobre la zona”, comentó a EFE el Gerente Humanitario para la oenegé Oxfam en Centroamérica, Iván Aguilar.

Crisis para comunidades fronterizas

En Costa Rica hay un importante grupo de migrantes, principalmente venezolanos, varados en Paso Canoas, frontera con Panamá, pues no tienen el dinero para pagar el autobús que los transporta de forma directa hasta la frontera con Nicaragua.

Esta es la única ruta autorizada por el Gobierno de Costa Rica con el fin de implementar un paso expedito y evitar que los migrantes se aglomeren en la capital San José.

En Los Chiles, el cantón con el índice de desarrollo humano más bajo de Costa Rica, los pobladores sienten que las autoridades gubernamentales no están atendiendo la situación.

El presidente de la Asociación de Desarrollo de Los Chiles, Minor Reyes, contó que esto ocurre desde “las primeras oleadas migratorias del 2015”.

Lo que estaba ideado como una parada rápida en Los Chiles, para muchos migrantes se ha convertido en un sitio de descanso, de tratamiento médico en una clínica pública o de estadía más larga ante falta de dinero.

“Llegamos muy cansados, solo queremos seguir avanzando pero nos han dicho que hay que hacerlo de noche para que no nos agarre el Ejército de Nicaragua. No tenemos dinero, venimos de un país en ruinas”, expresó Pedro Álvarez, un migrante venezolano que se aprestaba a viajar con un “talibán”.

El paso por Honduras

Centenares de niños extranjeros ocultan el dolor de la migración jugando en vías públicas o albergues, mientras que sus padres, algunos llorando, claman en Honduras por más solidaridad para continuar con su viaje a EE.UU., en una odisea que familias iniciaron hace dos meses.

La mayoría de los niños son venezolanos y colombianos, aunque también los hay cubanos, haitianos, asiáticos y africanos, como parte de la oleada migratoria que está enfrentando la Ciudad de Danlí, departamento de El Paraíso, en el oriente de Honduras, fronterizo con Nicaragua.

DANLÍ (HONDURAS), 24/08/2023.- Migrantes venezolanos descansan en la ciudad de Danlí (Honduras). Centenares de migrantes acampan precariamente en el centro de la ciudad de Danlí, en el municipio del mismo nombre, desbordada por la masiva movilidad de personas que atraviesan Centroamérica para llegar a Estados Unidos. EFE/Gustavo Amador

Ignorando por su corta edad lo doloroso que ha sido para su familia abandonar su país de origen, muchos niños y niñas se entretienen en Danlí con juguetes de plástico, otros armando pequeños rompecabezas, mientras que algunos, enfermos, son cargados y amamantados por sus madres bajo la sombra de un árbol.

Los miles de migrantes que están ingresando por el oriente de Honduras no pretenden quedarse en el país, sino salir lo más rápido posible para seguir en ruta hacia Estados Unidos, lo que se les dificulta a la mayoría por falta de dinero, según sus relatos, para viajar hasta Agua Caliente, punto fronterizo con Guatemala.

En Honduras, los migrantes también han sido beneficiados con amnistía para no pagar $270 por un salvoconducto, dijo en Danlí un oficial del Instituto Nacional de Migración.

“Hay gente que es peor que la misma selva“

La migrante venezolana Yeleida Quintero, acompañada por otros once miembros de su familia, encabeza uno de los grupos familiares de migrantes que el jueves pasado por la noche pudo viajar en el último autobús que salió hacia Agua Caliente.

Quintero, enfermera, de 50 años y natural de Carabobo, relató a EFE que lo peor del viaje, con sus dos hijos y nietos ha sido la falta de solidaridad y abusos, por cobros legales e ilegales, que sufrieron en Nicaragua.

“Llegar aquí ha sido una travesía grande. Hay países en los que sí prestan ayuda, otros no. El último que pasamos, Nicaragua, fue fatal, lo poco que traíamos nos lo quitaron”, con cobros de más de $200 por familiar.

Después de lo que vivieron en Nicaragua, Quintero dice que “hay gente que es peor que la misma selva”. Señaló que el salario que recibía por su trabajo de enfermera en Venezuela era equivalente a $25 mensuales.

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