El Papa Francisco dejó sentado nuevamente que la Iglesia Católica no puede admitir matrimonios “entre parejas del mismo sexo”, pero no puede rechazarlas como parte de la feligresía que busca a Dios.
“Sólo la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta a engendrar hijos puede llamarse matrimonio”, estableció el pontífice ante consulta de cinco cardenales que le enviaron una carta en la que expresan dudas sobre temas que se tratarán en la primera fase de la Asamblea General del Sínodo de los Obispos, desde este miércoles.
En este sentido, reiteró que la Iglesia evita “cualquier tipo de rito o sacramental que pueda contradecir esta convicción”.
Sin embargo, considera que no se debe perder la “caridad pastoral” y, por tanto, “no podemos constituirnos en jueces que sólo niegan, rechazan, excluyen”, porque “cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor”.
En este sentido, advirtió que se pueden buscar formas de bendecir a estas personas como parte de la Iglesia siempre que no se genere la idea que se ha constituido un matrimonio. “La prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio”, enfatiza.
Aunque “hay situaciones que desde el punto de vista objetivo no son moralmente aceptables, la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de ‘pecadores’ a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva”, subrayó.
No al sacerdocio femenino
El Papa Francisco también descartó por ahora la ordenación de sacerdotes mujeres en el seno de la Iglesia Católica, aunque aclaró que podría ser "objeto de estudio".
“No es una definición dogmática, pero debe ser aceptada por todos. Nadie puede contradecirlo públicamente y, sin embargo, puede ser objeto de estudio, como en el caso de la validez de las ordenaciones en la Comunión Anglicana”, explica.
“Para ser rigurosos, reconocemos que aún no se ha desarrollado de manera integral una doctrina clara y autorizada sobre la naturaleza exacta de una “declaración definitiva”, abunda.
Sin embargo, destacó que el ministerio sacerdotal exclusivo para hombres no afecta el rol ni la dignidad de la mujer en la Iglesia.
El Pontífice explica que el hecho de presidir la Eucaristía no confiere al sacerdote “superioridad sobre los otros” y la jerarquía no debe entenderse como dominación sino como santidad.
En este punto recordó a su antecesor, el papa Juan Pablo II, aclarando que cuando enseñó que es necesario afirmar “definitivamente” la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a la mujer, “no estaba denigrando en modo alguno a la mujer ni confiriéndole el poder supremo a los hombres”.
Nuevo documento sobre el clima
Ocho años después de advertir sobre la devastación del cambio climático causado por el hombre, el papa Francisco publicará el miércoles una actualización de este texto para hacer un balance y ofrecer ideas para actuar.
El breve seguimiento a la encíclica de 2015 "Laudato Si" (Alabado seas) se publica poco antes del inicio de una nueva ronda de conversaciones climáticas de la ONU en Dubái, en un contexto de advertencias de que el mundo está lejos de alcanzar las metas de reducción de emisiones de carbono.
El nuevo texto, "Laudate Deum" (Alabado sea Dios), será "una mirada a lo ocurrido y dirá lo que debe hacerse", indicó Francisco, de 86 años, que abre el miércoles en el Vaticano un sínodo para pensar el futuro de la Iglesia católica.
El documento original, de unas 200 páginas, iba dirigido a todos los habitantes del planeta con un llamado a la acción global solidaria para proteger "nuestro hogar común".
Sustentado en la investigación climática, "Laudato Si" plantea claramente que la humanidad es responsable del calentamiento global y advierte de que el ritmo acelerado de cambio y degradación llevaron al mundo a un "punto de quiebre".
Pero también contiene un fuerte mensaje moral, en el que Francisco culpa al consumismo, el individualismo y la búsqueda de crecimiento económico por "exprimir al planeta hasta dejarlo seco".
El pontífice también argumenta que los países ricos deben aceptar que son los mayores responsables de la crisis climática y que deben ayudar a los países más pobres.
El documento generó un debate sin precedentes para un texto religioso, con comentarios en publicaciones científicas.
Meses después hubo un avance en las conversaciones climáticas en París. Casi todos los países se comprometieron a limitar el calentamiento a menos de dos grados centígrados encima de los niveles preindustriales.
Según expertos, El Vaticano tuvo una participación significativa tras bambalinas.
Pero la ONU advirtió en septiembre que el mundo no está encaminado a alcanzar esas metas. Los registros de datos climáticos predicen que 2023 será el año más cálido en la historia.
"Es hora de trabajar juntos para detener la catástrofe ecológica antes de que sea demasiado tarde", declaró el papa en una videoconferencia en septiembre ante la Asamblea General de la ONU.