Nueva jornada de movilización, este martes 31 de enero en Francia, contra la reforma de las pensiones. El 19 de enero se manifestaron más de un millón de personas, según la policía, y el doble según los sindicatos. La intersindical vuelve a convocar manifestaciones. Mientras el frente unido dice estar decidido a liderar la protesta hasta que el gobierno se doblegue, algunos sindicatos quieren acelerar el movimiento con acciones más radicales.
El principal objetivo de la intersindical es derrotar al gobierno. Y algunas centrales sindicales, como la Confederación General de Trabajadores, la CGT, consideran que protestar en la calle no será suficiente y proponen llevar a cabo acciones puntuales en diferentes sectores de actividad.
Ya se han anunciado acciones para febrero en el sector de la energía, en los remontes y en los transportes, con una posible huelga en la SNCF durante las vacaciones escolares de febrero, lo que amenaza a los profesionales del turismo de montaña, que ya han sufrido dos años de pandemia.
Cada vez son más los franceses que rechazan el proyecto de reforma de las pensiones. El 72% de los encuestados no lo quiere, según una encuesta reciente del Instituto Elabe. A pesar de sus esfuerzos por educar, el Gobierno tiene dificultades para convencer a los ciudadanos de que trabajen dos años más.
Esta semana se ha añadido a la lista, la polémica sobre el estudio de impacto de la reforma de las pensiones. El documento, presentado por el Gobierno, señala una desigualdad entre hombres y mujeres. Estas últimas tendrán que trabajar entre dos y cinco meses más que los primeros.
Este lunes comenzó el examen del proyecto en la Asamblea Nacional. El pistoletazo de salida de un intenso pulso político para el que el gobierno se declara preparado. Incluso pasó a la ofensiva este fin de semana, endureciendo el tono. Y fue Elisabeth Borne quien lanzó la carga, coreando que “el aplazamiento de la edad de jubilación a los 64 años ya no es negociable”.
No se trata, pues, de que la primera ministra reabra el debate con los republicanos, que se han mostrado vacilantes en los últimos días; la derecha también ha recibido un recordatorio de sus responsabilidades y de su programa político por parte del ministro de Economía, Bruno Le Maire.
El ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, se ha encargado de arremeter contra la oposición de izquierdas, acusando a los Nupes de querer “bordelizar” el país y de no defender el valor del trabajo. El ministro del Interior también marcó la pauta sobre el fondo de la reforma: “No se consigue algo a cambio de nada”, por lo que los franceses deben esforzarse.