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Ramsés II: el faraón universal

Encuentro exclusivo con Dominique Farout y Bénédicte Lhoyer

Por Pascal Drouhaud | May 27, 2023- 17:54

Ramsés II, el faraón emblemático de la XIX dinastía (etapa Nuevo Imperio) de la época antigua de Egipto, tiene cita en Francia y con un público internacional.

Desde el 7 de abril hasta el 6 de septiembre próximo, 180 objetos de la época de Ramsés II y que pertenecieron al propio Rey están expuestos en París, Francia. Lleva una dimensión universal, porque fue con el "cartucho" de este faraón que Jean-François Champollion logró, después de años de trabajo, empezar a descifrar los jeroglíficos. Esta exposición presenta el reinado más largo de la época faraónica: Ramsés II gobernó 67 años. Murió a sus 91 años cuando el promedio de la longevidad era de 35. Hijo de Seti I, sus "Grandes Esposas Reales" fueron la famosa Nefertari, tanto como Isis-Neferet. Además de ser padre de 100 hijos, fue conocido por ser un rey constructor: edificó templos, una nueva capital en la zona del delta, Pi-Ramses y obviamente el monumental templo de Abu Simbel.

Logró establecer un espacio de prosperidad e expansión económica cuando su reinado empezó con la rivalidad con los "hititas" (en la región actual de Turquía). La batalla de Qadesh en - 1275 estabiliza la presencia norte de Egipto y, con ella, el suministro de cobre y las rutas marítimas del Mediterráneo. Con la región de Nubia y del "Punt", Egipto tiene acceso al oro y piedras preciosas tanto como el lapislázuli.

Faraón comunicador, las construcciones se juntan a una glorificación que participa del fuerza de proyección del imperio egipcio. Es esta época y figura histórica que está presentado en París.

El Diario de Hoy pudo descubrir los tesoros de la exposición con el comisario, el egiptólogo, especialista de Jean-François Champolion, Dominique Farout y la asesora científica Benedicte Lloyer. Estos científicos pertenecen a la escuela francesas de egiptología, teniendo Francia un enlace muy especial con los egiptólogos y homólogos egipcios desde el XVIII siglo. La expedición del General Bonaparte (futuro Napoleón) en 1798 fue acompañada de científicos que abrieron las puertas de una pasión nunca desmentida desde entonces. El ministro del turismo y de las antigüedades, Ahmed Issa, con el gran egiptólogo Zahi Hawass, estuvieron presentes en la inauguración de la exposición en abril pasado.

Les invitamos en participar en una inmersión exclusiva con dos figuras de la egiptología francesa que tiene Egipto en su corazón: Dominique Farout y Benedicte Lhoyer. Dominique Farout responde a la entrevista.

¿Por qué es tan contemporánea la exposición sobre Ramsés II, el oro de los faraones, de la cual Usted es el comisario, junto con el egipcio Zahi Hawass?

Las piezas excepcionales presentadas revelan una época de prosperidad muy grande y el pináculo de un arte real tanto como por su devoción de los dioses.

Pero, hoy en día, esta realidad está completada por los nuevos instrumentos numéricos que permiten, con la base de los documentos, objetos y los jeroglíficos, reconstituir tanto las apariencias de los personajes históricos pero también los monumentos o eventos que impactaron la historia. La exposición abre con la batalla de Qadesh sobre la cual he trabajado durante años. Ramsés II comunicó sobre ella porque, al final, ha sido una victoria psicológica: el Rey hitita Muwattalli II perdió el respeto frente al faraón, por intentar forzar la batalla sin respetar las reglas de la época. Esta victoria política y la cohesión en las tropas egipcias que generó abrió el reinado más largo de la historia de Egipto antigua. La dimensión grandiosa de los monumentos, la fineza de la orfebrería, la identificación con los dioses a raíz de un reinado excepcional por su duración, constituyen tantas pruebas del éxito de un momento de auge económico.

Esta exposición se inscribe en un momento científico particular: estos últimos años fueron caracterizados por numerosos descubrimientos arqueológicos en Egipto. Revela también, nuevos egiptólogos, tanto en Egipto tanto como en Francia…

Por ejemplo, se descubrió 2000 cabezas de carnero momificadas en la ciudad antigua de Abydos en Marzo pasado. Pudimos organizar esta exposición con el Consejo Supremo de las antigüedades de la República Árabe de Egipto, tanto como con Cityneon y el World Heritage Exhibition. Mi homólogo comisario de la exposición es Zahi Hawass. La gran ventaja de estos eventos es que hace surgir nuevas figuras de egiptología como Benedicte Lloyer.

Benedicte Lhoyer, ¿por qué esta exposición le parece tan importante?

Egipto tiene esta capacidad increíble en autorizar la exposición de piezas emblemáticas de su historia: ha sido la máscara del faraón Tutankhamon en 1967 en una exposición en París, destacando el papel de una gran señora de la egiptología en esta época, Christiane Desroches-Noblecourt. Hoy en día, para la exposición de Ramsés II, contamos sobre objetos extraordinario como el sarcófago de Ramsés II, tanto como él, en plata, de uno de su sucesores, Sheshonq II. Esta exposición ofrece una presentación de objetos emblemáticos de una época con la voluntad de ser muy accesible para un público que tiene interés de conocer una cultura. Se trata de hacer conocer Egipto. El hecho de que Francia haya sido escogida como el único país en Europa en recibir esta exposición recuerda el vínculo especial que existe entre ambos países. Acoger estos objetos inestimables es una forma de reconocimiento de una amistad entre Francia e Egipto. No olvidemos que somos los países que intentamos el egiptología: el poder descifrar los jeroglíficos gracias a Jean-Francois Champolion (1790-1832) ha sido esencial.

¿Por qué Ramsés II le parece un faraón contemporáneo?

Es una figura que ofrece revelar la riqueza de las culturas en el mundo. En América Latina, las culturas precolombinas, mayas, aztecas, incas, pero también olmecas, pipiles en Centro América, establecen lazos. Pienso en la arquitectura y obviamente, en las pirámides que podemos ver en América Latina.

Con Ramsés II existe la idea de una civilización radiante, es decir, una civilización muy bien organizada, con una conciencia política, un arte refinado. Las huellas quedan visibles para todas están civilizaciones, empezando con la egipcia. Podemos comparar la época faraónica al oro de los incas o de los mayas. Es decir esta idea de permanencia de elementos que quedan en el tiempo. Con ella, aparece la noción de una herencia.

Son realmente aspectos que unen las civilizaciones. Es la dimensión humana de la historia finalmente que permite un acercamiento. Sin duda, existe esta misma fascinación. Y surge la idea del misterio, es decir cosas que resisten a nuestras investigaciones. Existen tantas cosas que quedan por descubrir y genera un medio ambiente extraordinario. Ofrece la oportunidad de reforzar nuestros conocimientos, de actualizarnos siempre aún más. Podemos hace una paralelo entre las piedras del lapislázuli y el jade precolombino, materias sagradas y que establecen un vínculo con los dioses. Es decir, que esta materia científica favorece una forma de espíritu humano diverso pero que nos gusta entender hoy en día. Tiene un significado para nosotros, contemporáneos del siglo XXI.

¿Qué queda de Ramsés II?

Es el faraón por excelencia. Podríamos decir que fue un Rey de la comunicación: supo muy bien poner en relieve su imagen. Tomo todas las oportunidades para hacer de Egipto, durante su reinado, un sitio de construcciones permanentes. Es el rey que nunca olvidamos. Instituyó sus cultos. Dejó edificios y colosos sobre todo el territorio del imperio. Nos damos cuenta en los últimos descubrimientos de esta fuerza: pienso en las 2000 cabezas de carnero desenterradas en Abydos, la ciudad del dios Osiris, hace pocas semanas. A través de esta realidad revela hoy en día el desafío para Egipto, la exigencia de preservar el patrimonio y seguir descubrir. ¡Yo creo que apenas entramos en la egiptología! Empezamos hace 200 años. Todavía nos faltan capitales, reyes. Nos falta por ejemplo Ramsés VIII en el Valle de los Reyes, de la vigésima dinastía. Más recientemente, no descubrimos todavía la tumba de Cleopatra.

Ramsés ha sido un increíble arquitecto de la paz: la batalla de Qadesh abre un periodo de paz, de desarrollo y de expansión comercial que caracterizaran su reinado. Qadesh consistió en una lucha de influencia, abriendo el control de rutas comerciales en regiones que son hoy en día, Turquía, Líbano, Siria pero también la parte oriental del Mediterráneo. Es una región que permite el acceso a productos esenciales. La egiptología reveló que esta batalla fue en realidad, una trampa que los hititas pusieron a Ramsés II. El faraón estaba interesado por el puerto de Tsumur que le permitiría ir hacia Ciprus, que significa en griego, el “cobre”. Es decir que Ramsés quería preservar las vías que le procuraban cobre. Los hititas hicieron todo para atraerlo hacia Qadesh, a donde fue, con la división de Rê, pero aislado de sus tropas, ofreciendo un ángulo de ataque a Mouwatalli.

A marcha forzada, su ejército logró en una noche a llegar donde estaba el faraón, quien pudo presentarse firme frente a su adversario hitita que no había respetado las reglas de la época . El rey hitita había comprado su coalición, compuesta de mercenarios cuando el ejército egipcio era coherente y, podríamos decir, unido por un patriotismo y fidelidad al faraón.

La sola presentación de su potencia militar recuperada gracias a la motivación y unidad de sus soldados mandó un mensaje político al rey Mouwatalli, que quedó como un tramposo, dando el buen papel a Ramsés II, que mitificó la batalla de Qadesh para figurar aún mas divino de lo que era en el principio de su reinado. No olvidemos que el faraón es también el dios sobre la tierra.

Una de las grandes construcciones asociadas a Ramsés II es el templo de Abu Simbel. ¿Qué representaba?

Es un templo hecho por Ramsés II para él y para la eternidad. No es su tumba. Pero este templo le permite hacer vivir su apellido e instalarse en el corazón del panteón de los dioses egipcios. El templo se nutre del sol y entonces Rê. En el interior aparecen juntos Rê, Ramsés, Amun y Ptah. Son los dioses principales de la época de Ramsés transformado dios de su vivo.

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