Tras un Consejo de Ministros extraordinario celebrado este jueves por la mañana, el Gobierno francés desenfundó el artículo 49.3 de la Constitución para forzar la aprobación del proyecto de reforma de las pensiones, sin pasar por el voto de los diputados.
Dos de cada tres franceses se oponen al plan de Macron de retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y de adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42, como ahora) para cobrar una pensión completa.
Nada más aprobarse por decreto y sin voto en la Asamblea Nacional la impopular reforma de las pensiones del gobierno de Emmanuel Macron, miles de personas se movilizaron espontáneamente en la simbólica plaza parisina de la Concordia bajo la consigna de “bloquear el país” con la meta de tumbar al actual Ejecutivo.
Dos marchas, una sindical que partía de las inmediaciones de la Asamblea y otra estudiantil desde la icónica Universidad de Sorbona convergieron de manera espontánea en la Concordia, famosa por albergar un imponente obelisco traído del templo egipcio de Luxor.
La primera ministra francesa, Elisabeth Borne, utilizó un procedimiento especial para impulsar un impopular proyecto de ley de pensiones a través de la Asamblea Nacional sin votación el jueves, en medio de gritos de legisladores de izquierda que levantaban pancartas contra la reforma. La medida, utilizando el llamado artículo 49:3 de la Constitución, garantizará que se adopte el proyecto de ley que eleva la edad de jubilación en dos años a 64 después de semanas de protestas y agitados debates.
Pero también muestra que Macron y su gobierno no lograron obtener una mayoría suficiente en el congreso, en un golpe al presidente centrista y su capacidad para obtener el apoyo de otros partidos para realizar más reformas.
“Usando el 49.3 dejamos de ser una democracia, nos han impuesto la reforma, una reforma que no quiere ni el pueblo ni la Asamblea. Estamos en una situación muy inquietante”, denuncia a EFE Lilian, un asistente administrativo de 43 años, afectado directamente por el aumento de la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años, mientras camina a orillas del Sena en dirección a la Concordia.
Para Lilian, el plan de Macron “es inútil” porque el déficit del sistema de pensiones “no es tan grande como el gobierno dice y puede, además, corregirse de otra manera” sin necesidad de aumentar la edad mínima de jubilación.
Entre cánticos rescatados de la época de los “chalecos amarillos”, la revuelta popular iniciada a finales de 2018 que puso en jaque a Macron, sindicalistas y estudiantes se muestran determinados a continuar con la presión en las calles el tiempo que haga falta.
Entre los manifestantes, había jubilados como Éric, de 63 años y quien protestó en París “en solidaridad” con las generaciones venideras.
“Creo que este es el momento de bloquear el país, algo que deberíamos haber hecho antes. Los sindicatos han convocado una jornada de protesta detrás de otra. Ahora está demostrado que eso ya no funciona”, asevera a EFE este antiguo profesor de preescolar.
Los agentes utilizaron cañones de agua tras un intento de dañar las obras del Obelisco del antiguo Egipto situado en el centro de la plaza, según la Policía. La actuación provocó importantes mareas humanas, según han podido comprobar periodistas de la AFP.