Mientras el expresidente estadounidense Donald Trump sufría derrotas de sus candidatos ungidos, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, consolidó su posición al triunfar de manera contundente el pasado martes 8 de noviembre.
Más allá de haber obtenido casi el 60% de los votos, DeSantis logró lo que nadie había logrado en dos décadas: teñir de rojo el distrito urbano más importante de su estado, Miami-Dade.
Pero la plataforma conservadora del gobernador logró sumar votos y plantarse como una figura importante entre los republicanos, más estable que Trump y con un moméntum importante.
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Napoleón Campos, experto en relaciones internacionales, afirma que DeSantis obtuvo un triunfo con “mucha claridad y desde hace un tiempo pareciera ir adquiriendo el perfil de un candidato interno en las filas republicanos”.
“Ahí queda una dinámica abierta, en suspensivos, importantísima para los siguientes dos años”, explica Campos. Esto, pues Trump aspira a la candidatura republicana, pero se ha visto muy debilitado.
Y el exmandatario lo ha resentido. Diversos reportes dan cuenta de cómo ha lucido furioso ante el auge de DeSantis y la atención que este ha recibido.
La tragedia de Trump parece ser la luz del gobernador de Florida.