Sociólogo, doctor en ciencias políticas y profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Simón Pachano explica la realidad de Ecuador, país otrora considerado una “isla de paz” y al que ahora las bandas y el narcotráfico pretenden tomar como rehén.
El país sudamericano está sufriendo un terremoto criminal con la presión y actos de violencia que genera el crimen organizado en las cárceles y en las calles.
Considera oportuna la decisión del presidente Daniel Noboa de declarar la guerra al narcotráfico y las pandillas, sobre todo después de las sangrientas elecciones pasadas, pero cree que los logros serán limitados si sólo se concentran en la represión y no en el combate del lavado de dinero y la corrupción judicial. Estas son sus impresiones para El Diario de Hoy:
¿Cómo es la situación de Ecuador en este momento?
Es una situación muy grave y desconocida para Ecuador, que fue siempre un país bastante tranquilo, incluso nos jactábamos de decir que era una “isla de paz” entre dos vecinos violentos, como eran Colombia y Perú, pero desde hace algún tiempo venimos sufriendo el fenómeno de una delincuencia muy fuerte que está vinculada al narcotráfico.
¿Es fuerte el narcotráfico en su país? ¿Produce droga Ecuador?
Ecuador no produce hoja de coca ni la convierte en cocaína, sino que es un país de tránsito desde la frontera de Colombia, pero también de la de Perú hacia los puertos ecuatorianos. Esto genera una situación interna de violencia porque los grupos narcotraficantes han utilizado a bandas a juveniles, equivalentes a las maras de El Salvador, para el tráfico desde las fronteras hacia los puertos. Hay un problema muy serio allí: a los integrantes de estas bandas les pagan una parte en dinero y otra en droga, lo cual ha incrementado la venta interna, el microtráfico, el consumo interno de drogas y las disputas territoriales. Esto ha llevado a los conflictos carcelarios y masacres entre los presos.
Estos grupos operan con una gran impunidad, como si hubiera un poder detrás de ellos que los protege…
Ecuador no estaba preparado para esto, por lo cual se produce esto que da la idea de que hay otro poder que se aprovecha de la debilidad y que impulsa toda esta violencia. El problema además es que Ecuador, igual que muchos otros países —y ustedes son el mejor ejemplo—, considera solamente la represión armada contra estas bandas, pero en realidad el problema es mucho más grave, porque esta actividad del narcotráfico ha penetrado en la justicia, lo que se ve muy claramente por las resoluciones tomadas por jueces que dejan en libertad a narcotraficantes capturados in fraganti, aplican recursos de habeas corpus…
Pero también son fuertes económicamente…
Penetran también en la economía. Hay un lavado de dinero muy fuerte. Y han penetrado también en la política. Hemos tenido políticos con claras vinculaciones con el narcotráfico. Tuvimos incluso un diputado en el periodo recién terminado que venía de una de estas pandillas y hay evidencias de que mantiene relaciones con estos grupos calificados como terroristas por el gobierno. Estos grupos han penetrado en la justicia, en la economía y en la política.
¿Es cierto que estos grupos se fortalecieron en tiempos del correísmo?
En parte sí. El correísmo miró hacia otro lado y dejó que actuaran los carteles del narcotráfico y estas bandas, que no eran violentas. La violencia se desata por las razones que le mencioné antes, incluyendo las disputas de territorio. El correísmo tomó ciertas medidas que terminaron beneficiando a estos grupos, entre ellas una política de fronteras abiertas, “una ciudadanía universal” por la que Ecuador no pedía visas ni antecedentes policiales, podía entrar cualquier persona. Esto hizo que se convirtiera en un lugar atractivo para mafias propiamente dichas, incluido mafias extracontinentales como la ‘Ndrangheta italiana o la mafia albanesa.
¿Qué significa que “miró hacia otro lado”?
Mirar hacia otro lado, no reprimirlos, de alguna manera viene a ser un acuerdo con estos grupos violentos, hechor y consentidor, y sobre todo, una relación con las FARC cuando todavía no habían firmado la paz con el gobierno colombiano y el gobierno ecuatoriano se hacía de la vista gorda con la presencia de las FARC dentro de territorio ecuatoriano. Incluso el segundo hombre de las FARC, Raúl Reyes, fue muerto por el ejército colombiano dentro de territorio ecuatoriano. Ecuador rompió relaciones con Colombia porque el presidente Correa consideró que fue una “agresión contra el país”, cuando la realidad era que las FARC estaban en territorio ecuatoriano.
¿Cree que tengan éxito los planes del presidente Noboa?
Sí. Creo que era inevitable que el gobierno declarara una situación de conflicto interno, a pesar de que en esa misma declaración lo que yo considero que es un error, es llamarles “actores beligerantes” a estas bandas porque esto les coloca en un nivel equiparable a un Estado o un ejército, lo cual es un absurdo. Aparte de esto yo creo que le da fuerza a la actividad represiva del gobierno que es necesaria, sin duda, en este momento, pero ese es sólo un aspecto.
¿Qué más se debe hacer?
Lo fundamental es ir más bien a buscar la ruta del dinero y controlar la penetración en la justicia y en la política. Si no se hace esto, se van a obtener logros muy pequeños con la represión.
Se dice que el presidente Noboa busca emular a Bukele…
En gran medida sí. Es una visión que pone la atención sólo en el aspecto represivo, de controlar a estas “maras”, pero no mira más allá, pero no ve a los verdaderos capos de la droga, que seguirán haciendo sus cosas ya no con esta “mano de obra” que son digamos las pandillas, sino de otra manera.