Desde las elecciones de noviembre de 2020, los principales pronósticos de los estadounidenses han apuntado a que en 2024 se podría repetir la contienda entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden.
En el bando demócrata, además que los presidentes primerizos suelen obtener la nominación de su partido, no ha surgido un nuevo liderazgo que rete a Biden. Por el lado republicano, la nominación de Trump parecía prácticamente confirmada por el control y la influencia que el polémico expresidente ha tenido sobre su partido.
Desde que perdió los comicios en 2020, se ha dedicado a desacreditar el resultado electoral y a señalar que se le robó su triunfo. Y entre los candidatos que apoyó para las elecciones de medio término, en noviembre de 2022, había muchos negacionistas del triunfo de Biden.
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Sin embargo, el claro liderazgo y lo indiscutible de su nominación han perdido peso.
Por un lado, los estadounidenses parecen cansados de su estilo y poco entusiasmados con el prospecto de volverlo a ver en la papeleta.
Según la encuesta
La más reciente encuesta del Washington Post y ABC News reveló que entre los votantes republicanos y aquellos independientes que tienden a votar republicano, solo el 44% está de acuerdo con que se nomine a Donald Trump.
Por el contrario, un 49% prefiere que la candidatura presidencial se le otorgue a otro candidato.
Asimismo, al preguntarle a los estadounidenses qué opinarían de que gane los comicios, solo el 43% estaría feliz o satisfecho y un 56%, molesto o insatisfecho.
Si bien estos números son más positivos que los de Joe Biden (31% de los demócratas están felices de que lo nominen y 58% prefieren a alguien más; además 62% no estarían felices si triunfa de nuevo), Donald Trump tiene una dificultad adicional que el presidente actual no enfrenta: tiene rivales en la contienda.
DeSantis, un problema
El exmandatario ya ha sido desafiado abiertamente por el gobernador de Florida, Ron de Santis, quien en las elecciones de medio término notó que su capital político y su liderazgo es real y más fuerte de lo que parecía.
Además, por ser menos extremo y controvertido que el exmandatario, puede ser un candidato más “potable”, especialmente para los moderados que reprueban a Trump.
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El expresidente es consciente de esto y ha recurrido a su estrategia usual, intentar descalificarlo. Recientemente dijo al columnista del Washington Post, Hugh Hewitt: “Ron DeSantis está muy atrás mío”. Pero eso no parece ser cierto.
Según encuestadoras del bando republicano, ambos parecen virtualmente empatados en una contienda con más candidatos. Esto podría incluir a Nikki Haley, quien fue embajadora de EE. UU. ante Naciones Unidas y gobernadora de Carolina del Sur; y también al expresidente Mike Pence, entre otros.
Pero en una contienda entre ambos, DeSantis parece tomar una leve ventaja. En noviembre, Trump estaba a la delantera, pero parece que el mal resultado de sus candidatos en las elecciones de medio término fue decisivo para una migración de sus apoyos.
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A un año de que inicie la temporada de primarias, el campo republicano estará mucho más minado que el demócrata, donde esencialmente Biden debe decidir si corre o no y a partir de eso, tendrá como “rival” el desempeño de su propia gestión.
Trump, por el contrario, deberá luchar contra rivales fuertes y demostrar que su liderazgo no es decadente ni amenaza las posibilidades de su partido. Hasta ahora, sin embargo, esas son pruebas no superadas.
De mantenerse estas tendencias, el exmandatario podría no aparecer de nuevo en la papeleta. Del otro lado del espectro, Biden podría aparecer, pero se enfrentaría a una de las peores situaciones de todo político: más que el rechazo de sus opositores, la indiferencia de su propio bando.