El expresidente Donald Trump volvió este martes al juzgado de Nueva York en el segundo día del juicio por fraude empresarial en la Organización Trump, acompañado de su hijo Eric, que también es uno de los acusados, tras haberse presentado voluntariamente ayer en la apertura.
Trump, vestido con traje de chaqueta azul marino, entró en la sala con semblante serio y se sentó en la mesa principal frente al juez con su equipo de defensa, unos metros por delante de la fiscal Letitia James, impulsora del caso, que observaba desde la primera fila de la bancada en el extremo opuesto a Eric.
Según los medios acreditados en la sala, Trump se detuvo a las puertas de la sala brevemente y de nuevo arremetió contra el proceso judicial, que consideró un “engaño”, y contra la fiscal, a la que llamó “incompetente” y acusó de usar “cifras fraudulentas” en su contra, en lugar de combatir la criminalidad en la región.
La sesión comenzó con el juez Arthur Engoron desmintiendo a Trump, que había escrito en su red social Truth Social que el tribunal ha reconocido que sus propiedades, en concreto Mar-a-Lago, tienen un valor más alto respecto al expuesto en las evaluaciones de la corte, en torno a 18 millones de dólares.
Engoron, que preside este juicio sin jurado, indicó que sabe que Trump no está de acuerdo con esos datos y que su equipo está recurriendo su primer dictamen sumario, en el que declaró al expresidente, sus dos hijos mayores, su empresa y dos socios responsables de fraude continuado por inflar el valor de los activos para obtener ventajas en préstamos y seguros.
Tras el inciso inicial, se retomó el testimonio del primer testigo, Donald Bender, un contable de la empresa Mazars, que trabajaba tanto con la Organización Trump como con el propio empresario, que está siendo interrogado sobre declaraciones de tipo financiero, en las que se basa el caso, de principios de la década pasada.