En 2024 continuaron las olas de calor causadas por el cambio climático, con su estela de canículas, sequías e inundaciones mortales. El sur y este de España sufrieron inundaciones devastadoras, sobre todo la región de Valencia, donde murieron más de 220 personas.
En Brasil, al menos ocho personas murieron en las tempestades con lluvia que azotaron en octubre partes del centro y sureste del país.
La tormenta tropical Sara dejó a mediados de noviembre dos muertos en Honduras y otros dos en Nicaragua, y una ola de destrucción en otras partes de Centroamérica.
Un septiembre anormalmente cálido coincidió con precipitaciones extremas e inundaciones en el mundo: la tormenta Boris azotó Europa central, el huracán Helena golpeó el sureste de Estados Unidos y los supertifones Yagi (Vietnam, Laos, Tailandia, Birmania) y Bebinca hicieron estragos en Asia.

Una sequía histórica que los expertos relacionan con el cambio climático propició en 2024 una oleada récord de más de 400,000 incendios en América del Sur. Brasil y sus valiosos ecosistemas de la Amazonía, el Pantanal y el Cerrado fueron de las zonas más afectadas. Las llamas en Brasil arrasaron más de 22 millones de hectáreas entre enero y septiembre y el humo alcanzó a las principales ciudades brasileñas, e incluso llegó hasta Buenos Aires y Montevideo con el fenómeno conocido como "lluvia negra".
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Bolivia fue otro de los países más castigados, con 7.2 millones de hectáreas destruidas tan solo en la provincia de Santa Cruz. Además de incendios que se acercaron a Bogotá y a Quito, Colombia y Ecuador sufrieron una sequía que les implicó largos periodos de cortes de electricidad y racionamientos de agua.
Según las autoridades, algunos de los incendios de este año también fueron provocados. El peor de ellos fue el de febrero, en Viña del Mar, en Chile, que causó la muerte de 137 personas y destruyó miles de casas.
Violencia incesante
Estados Unidos, México y varios países de Latinoamérica y Europa fueron golpeados por tiroteos, luchas entre cárteles de la droga y criminalidad común.
Los tiroteos continuaron en escuelas y espacios públicos de Estados Unidos, como los sucedidos en Míchigan, Texas y Massachusetts, en Alabama y en Wisconsin, con saldo de varios muertos y heridos. La cadena Telemundo informó que al menos 165 personas han muerto en las refriegas.
En México, la violencia se disparó después del arresto de Ismael "El Mayo" Zambada, figura mayor del Cártel de Sinaloa, el 25 de julio, tras llegar a El Paso, Texas, junto a Joaquín Guzmán López, hijo del exlíder del cártel de Sinaloa, Joaquín "El Chapo" Guzmán. Ahora parece haber una lucha por el poder entre los hijos restantes de El Chapo, conocidos localmente como "los Chapitos", y los leales a Zambada.
El entonces presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, pidió en octubre a las facciones en pugna del cártel de Sinaloa que actúen "con responsabilidad" para que "nadie más muera".
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El periódico El País, de España, publicó que América Latina es la región más violenta de todo el mundo, pues tiene más homicidios que cualquier otra en el planeta y la inseguridad que se vive en estos países ha provocado una crisis de confianza en la democracia.
La violencia y la inseguridad que azotan a la región han llevado a millones de personas a huir de sus países y buscar lugares más seguros, la mayoría de las veces esperando llegar a Estados Unidos, lo que ha provocado una crisis migratoria, incluso por las rutas más peligrosas como la selva de Darién.
En otra latitud, Francia fue conmovida por el juicio contra Dominic Pelicot por propiciar la violación múltiple de su esposa. Fue condenado a 20 años de cárcel.
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