El pasado 10 de enero, el presidente de Nicaragua cumplió 16 años de haber asumido el poder en su segundo bloque al frente del país centroamericano.
Originalmente fue electo para un periodo de cinco años, como la Constitución de su país lo ordenaba al momento de participar en los comicios. Pero, como muchos gobernantes sin un asomo de compromiso democrático, Ortega se dejó seducir por el poder y movió sus piezas para permanecer en este.
A punta de manipular la ley y doblegar la independencia judicial, Daniel Ortega lleva ya tres periodos completos en el poder de manera consecutiva y está comenzando un cuarto. Es decir, 16 años, un mes y unos días más. Pero también gobernó su país desde el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979 y hasta que perdió las elecciones de 1990 contra Violeta Chamorro. Diez años con nueve meses.
Como si estas décadas fueran poco, el dictador nicaragüense está utilizando la violencia y todo el peso de instituciones serviles a su figura para aferrarse junto a su esposa a este cargo hasta el fin de sus días… o cuando él lo decida.
Todo inició con una sentencia
Como en otros países donde una persona se ha atornillado al poder, el gran recorrido dictatorial empezó con el primer gran paso.
La permanencia de Daniel Ortega más allá del periodo constitucional de cinco años se empezó a construir, al estilo de otras naciones, sobre la captura del órgano judicial que, despojado de su independencia, empezó a poner sus sentencias y fallos a las órdenes del poder de turno.
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El 19 de octubre de 2019, la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia conoció un amparo presentado por el mismo Ortega y resolvió inaplicar el artículo 147 de la Constitución nicaragüense, aduciendo que la prohibición a la reelección continua violentaba los derechos humanos del ciudadano presidente. Este mismo argumento se esgrimió en otros países, como Bolivia o Ecuador, donde se violentó una de las disposiciones más importantes de una constitución democrática: la alternancia en el ejercicio del poder.
Un año después, el pleno de la Corte Suprema de Justicia ratificó esa sentencia y se ordenó la inscripción de Ortega como candidato en 2012, año en que debía haber salido del poder.
Este camino de buscar la reelección mediante una resolución de un aparato de justicia capturado también es el recorrido en Honduras, que le permitió a Juan Orlando Hernández reelegirse, y es el que se está siguiendo en El Salvador.
El 1 de mayo de 2021, la Asamblea oficialista impuso por la fuerza a abogados afines al proyecto de Nayib Bukele en la Sala de lo Constitucional y cuatro meses después, estos emitieron una cuestionada resolución que permite la reelección consecutiva.
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Más que los dos dictadores anteriores
Ante la alarmante cifra de 27 años en el poder, la revista periodística nicaragüense Confidencial advirtió que estas casi tres décadas en el poder han ido de la mano de grandes abusos de poder.
De hecho, la revista manifiesta en un reportaje de enero de este año que en esta segunda etapa de Ortega, que inició en enero de 2017, él “se ha mantenido en ella (la presidencia) anulando candados constitucionales contra la reelección y cualquier rastro de competencia política”.
La revista también da cuenta de cómo, “tras la masacre y represión contra la Rebelión de Abril de 2018, que dejó más de 325 muertos, Ortega impuso un estado policial de facto, hay más de 230 presos políticos y cientos de miles de exiliados por la persecución política de sus operadores y simpatizantes”.
Es decir, el modelo del presidente y su esposa está construido sobre la sangre y las libertades de nicaragüenses que han sido víctimas de toda la violencia de la cual es capaz el régimen sandinista.
Los 27 años en el poder de Ortega suponen además que ha estado en el poder más de un tercio de sus 76 años de vida. Y con esta cifra, ya superó lo que los dos dictadores del siglo XX en su país –Anastasio Somoza García y su hijo, Anastasio Somoza Debayle– permanecieron en el poder.
Somoza García, o “Tacho”, gobernó Nicaragua entre enero de 1937 y mayo de 1947. Luego volvió al poder en mayo de 1950 y permaneció ahí hasta su muerte en septiembre de 1956. Gobernó un total de 16 años y 8 meses.
Somoza Debayle, o “Tachito”, gobernó el país con mano dura por 9 años y 7 meses hasta que abandonó el país tras el triunfo de la Revolución el 17 de julio de 1979.
En total, ambos ostentaron el poder por poco más de 26 años, marcados por militarismo, violencia, exilio de críticos y represión.
Contra esto luchó Ortega. Y en eso mismo se convirtió.