Una de las intervenciones quirúrgicas más complicadas fue realizada con éxito en una pareja de siameses que nacieron unidos por la cabeza, la cirugía fue registrada en Londres, y se emplearon a más de 100 profesionales sometidos a un riguroso entrenamiento con inteligencia artificial para atender el caso.
Se estima que uno de cada 60 mil niños nacidos vivos son siameses, es decir bebes unidos por alguna parte del cuerpo. Según los especialistas es aún más raro que los hermanos nazcan unidos por la cabeza. Solo el 5% total de los siameses experimentan este problema.
A esta complicación se suma la escasa posibilidad que estos bebés logren sobrevivir más de un mes después de su llegada al mundo. De acuerdo con los registrados de cada 50 pares de gemelos craneópagos solo 15 logran llegar al mes de vida.
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Los gemelos brasileños Bernardo y Arthur Lima, de tres años quienes fueron sometidos a diferentes intervenciones para permitirles continuar creciendo. Luego de un riguroso entrenamiento con realidad virtual al que fueron sometidos el equipo médico que llevaría a cabo la última cirugía de los niños.
El grupo de especialistas reconoció que había sido el proceso más complejo jamás efectuado. Bernardo y Arthur entraron siete veces al quirófano. En las últimas dos ocasiones los médicos necesitaron 33 horas de trabajo en el quirófano, pero la última implicó 27 horas y la participación de 100 profesionales de la salud trabajando de forma coordinada.
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Todo el proceso fue dirigido por Noor ul Owase Jeelani, un neurocirujano pediátrico británico de origen indio, del Great Ormond Street Hospital, de Londres; y el médico brasileño Gabriel Mufarrej, jefe de cirugía pediátrica del Instituto Estadual do Cerebro Paulo Niemeyer de Río de Janeiro. En este último centro de salud fue donde comenzó la asistencia de los niños Lima.
Los pequeños compartían venas vitales del cerebro por lo que se convirtió en la operación más complicada hasta el momento. El experimentado doctor Jeelani dijo que estaba “absolutamente destrozado” después de las 27 horas de trabajo continúo donde solo tomó cuatro descansos de 15 minutos para comer y beber.
“Es simplemente maravilloso, es realmente grandioso ver la anatomía y hacer la cirugía antes de poner a los niños en riesgo”, concluyó Jeelani.