No es casual que la costumbre de pagar por adelantado un café para quien lo necesite y no pueda pagarlo lo retomen ahora los ucranianos en apoyo a sus soldados y fuerzas de seguridad que combaten contra la invasión rusa.
La costumbre, conocida como “caffé sospeso” o “suspendido” mientras alguien lo reclama inició en las calles de Nápoles a orillas del mar Tirreno, en plena Segunda Guerra Mundial. EL sitio “visitaNápoles” atribuye el origen de la costumbre a los vendedores de café con leche callejeros, quienes transportaban por separado el café y la leche para venderlo. La costumbre surgió cuando sus clientes pagaban dos cafés: el suyo y otros “suspendido” para mientras alguien en necesidad lo reclamara.
El escritor Liciano De Crescenzo lo inmortalizó en su libro “Café sospesso”: “Cuando alguien está feliz en Nápoles, paga dos cafés: uno para sí mismo y otro para cualquiera que lo desee. Es un café para el resto del mundo”, cuenta el sitio de viajes.
La tradición se ha ido perdiendo, pero aún quedan sitios en Nápoles que intentan mantenerla como el tradicional Café Gambrinus, el cual tiene una ventanilla especial para retirar los café pagados de antemano por turistas o ciudadanos generosos con los más necesitados, quienes suelen llegar a retirarlos, como algunas personas sin hogar.
Los ucranianos han retomado esta costumbre en los cafés de Kiev, la capital, y son los miembros de las Fuerzas Armadas de Ucrania quienes llegan por ellos, documenta la periodista Olga Rudenko.
“Los post-it rosados son bebidas y postres que los clientes han pagado como una gratificación a los miembros del Ejército, quienes llegan y los piden gratis. Es una forma de la gente de agradecer a sus defensores”, tuiteó la periodista junto a una foto de la práctica.
“Pero debo decir que hasta hora todos los uniformados que he visto llegan y deciden pagar por sus bebidas”, especificó.