Israel asumió el martes la responsabilidad de un bombardeo que la víspera mató a siete trabajadores humanitarios que distribuían ayuda alimentaria en la asediada Franja de Gaza, pero aseguró que se trató de un incidente “no intencional” y prometió investigarlo.
La organización World Central Kitchen (WCK) del chef hispano-estadounidense José Andrés, para la cual trabajaban las víctimas del bombardeo, anunció la suspensión de sus acciones en el territorio palestino.
Las víctimas eran originarias “de Australia, Polonia, Reino Unido, uno con doble nacionalidad de Estados Unidos y Canadá, y Palestina”, detalló WCK, una de las pocas oenegés aún presentes en Gaza tras casi seis meses de guerra entre Israel y el movimiento islamista Hamás.
“Lastimosamente ayer se produjo un trágico incidente, nuestras fuerzas golpearon de forma no intencional a inocentes en la Franja de Gaza”, declaró el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
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“Son cosas que suceden en una guerra (…), estamos en contacto con los gobiernos y haremos todo lo posible para que no se vuelva a producir”, añadió, en referencia al ataque en Deir al Balah, en el centro de Gaza.
El presidente de Israel, Isaac Herzog, habló con José Andrés y “expresó su profunda tristeza y sus sinceras disculpas por la trágica muerte del equipo de WCK”, indicó la presidencia israelí en un comunicado, que agrega que el mandatario “dirigió sus condolencias a las familias y allegados” de las víctimas.
Los restos de las víctimas fueron llevados al hospital de Deir al Balah. Un corresponsal de AFP vio cinco cuerpos y tres pasaportes extranjeros.
Imágenes de AFP muestran el cadáver de una de las víctimas, que llevaba una camiseta negra con el logo de la oenegé; y en otra se ve un vehículo de la misma entidad con el techo perforado. Estados Unidos, principal aliado de Israel, exigió una investigación “rápida e imparcial” sobre lo sucedido, indicó el secretario de Estado, Antony Blinken.
La Casa Blanca transmitirá “un mensaje claro a Israel de que los cooperantes deben ser protegidos”.
El gobierno británico convocó al embajador israelí para expresar su “condena inequívoca”.