Le predijeron una bofetada, pero Joe Biden parece haber limitado los daños en las elecciones de medio mandato en Estados Unidos. Queda por ver hasta qué punto será suficiente para darle un nuevo impulso hasta 2024 o incluso más allá.
El demócrata de 79 años, que durante la campaña endureció el tono contra los republicanos "extremistas" que simpatizan con su predecesor Donald Trump, encadenó durante la noche electoral llamadas telefónicas a algunos ganadores a puestos de gobernador, de la Cámara de Representantes o del Senado.
"Acabo de hablar por teléfono con algunos de los ganadores de esta noche, incluidas algunas personas que conocí este año", tuiteó, junto con una foto en la que se le ve al teléfono, con un suéter de cuello alto y una gorra en la cabeza, como para atribuirse un poco de mérito en esas victorias.
Sus equipos están "encantados", dijo la ex portavoz de Joe Biden, Jen Psaki, que se convirtió en comentarista del canal MSNBC, tras contactar con sus excompañeros.
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Una fase delicada
Tras las últimas tendencias, es decir si los demócratas ceden a los republicanos solo una estrecha mayoría en la Cámara de Representantes y persiste el suspense en el Senado, entonces significaría que las encuestas se equivocaron pronosticando a su partido una gran derrota.
Y podría, a pesar de una inflación galopante, un índice de confianza anémico y ataques violentos de Donald Trump, encontrarse mejor que los últimos presidentes demócratas, Barack Obama y Bill Clinton, que pasaron un mal trago en las elecciones intermedias.
Pero Joe Biden se acerca a una fase delicada.
En un Estados Unidos donde las divisiones partidistas son más profundas que nunca, ¿será capaz, con su larga experiencia de senador y sus convicciones profundamente centristas, de crear un consenso con los republicanos?
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Nada parece indicarlo, y podría enfrentarse a una larga parálisis parlamentaria, con interminables peleas por proyectos de ley sin futuro. También está por ver hasta qué punto el partido conservador, que prometió una estrategia parlamentaria agresiva, se mantendrá en esa línea.
Contar una mayoría, incluso estrecha, en la Cámara ofrece un poder significativo en términos de supervisión y la derecha prometió usarlo para iniciar una serie de investigaciones contra Joe Biden, su balance y su entorno.
Una de las congresistas más virulentas, Marjorie Taylor Greene, reelegida a la Cámara, ya prometió, por ejemplo, atacar a Hunter Biden. El hijo menor del presidente, con un pasado marcado por las adicciones, siempre ha sido una vulnerabilidad del mandatario. Le acusan de haber utilizado el capital político de su padre para hacer negocios con China y Ucrania.