Los rayos del sol cercano al medio día se posa duro sobre los trajes de gala de la banda de paz de la Escuela de Educación Especial del Centro de Capacitación Laboral "El Progreso". El grupo de 45 jóvenes permanece firme mientras es fotografiado y admirado por las personas que transitan por la plaza Gerardo Barrios del Centro de San Salvador, lugar donde tocará y bailará para el público.
Para algunos de los integrantes esta su primera presentación, otros ya tienen experiencia y parecen no ponerse nerviosos ante las cámaras y las miradas curiosas. Al frente, un grupo de cachiporristas mantienen la sonrisa y afinan los últimos detalles para dar inicio a su espectáculo.
Alrededor de la banda, los padres de familia observan a sus hijos. Algunos llevan bolsas con agua y bebidas hidratantes, manteniendo la distancia, mientras uno de los instructores pasa revista a los instrumentos y da indicaciones al grupo.
Alejandro Muñoz, un espectador, sostiene su teléfono celular y muestra la escena por medio de una videollamada con una persona que parece estar fuera del país; junto a él está su pequeño hijo quien imita a las poses de los integrantes de la banda.
"Da gusto ver a estos muchachos que sin complejos superan las adversidades y se paran firmes abajo del sol", comenta Muñoz con voz de locutor que se escuche clara para la videollamada.
Douglas Pineda, el instructor de la banda, se ubica al frente y con una voz de mando sólida llama a los integrantes a mantenerse en posición y con la vista al frente, al tiempo que les dice: "¡Hemos venido aquí a demostrar de lo que somos capaces, para esto ensayamos!", y al mismo tiempo deja caer su mano izquierda acompañada de un conteo y de manera sincronizada se rompe el silencio, los bombos hacen retumbar a los asistentes, las cajas y redobles suenan en concordancia con los arreglos de la timbaleta y las trompetas hacen su entrada triunfal.
Al inicio de las melodía, los jóvenes transfiguran sus rostros, se llenan de seriedad, sus ojos apuntan directamente al horizonte. Luego de un par de piezas musicales, la voz de mando les indica marchar y así inicia su desplazamiento por la plaza entre los asistentes.
Además de ser el instructor de la banda de paz, Douglas Salvador Pineda es el director de la Escuela de Educación Especial. Desde el año 2009, esta institución educativa ha optado por la formación musical y las actividades deportivas como proceso pedagógico.
"Fundamos la banda principalmente con el objetivo de ayudarle a muchos jóvenes en su desarrollo motriz, pero también para que nuestros muchachos interactúen con otras instituciones y se den a conocer, para demostrarle a la población que tienen la capacidad de hacer las cosas", comenta Pineda.
La banda ha motivado a algunos de los estudiantes a continuar con la música después de graduarse.
También comenta que ante la falta de recursos se las arreglan de diversas maneras. "Nosotros nos hemos desarrollado con la ayuda fundamental de los padres de familia que compran instrumentos y a veces nosotros vamos a buscar instrumentos arruinados que luego arreglamos", comenta el director.
Luego de una serie de marchas y composiciones musicales, la banda finaliza la presentación que representa el inicio del mes cívico. Entonces los jóvenes recuperan la sonrisa, bromean entre ellos, se hidratan y abundan los abrazos y felicitaciones de sus padres.
Esta fue solo una presentación más; los jóvenes ya han tocado en fiestas patronales y otras presentaciones cívicas. Según los encargados, ya pueden llamarse "internacionales" debido a algunas participaciones que han hecho fuera del país.
Un día de ensayo
La Escuela de Educación Especial del Centro de Capacitación Laboral "El Progreso" se encuentra en el distrito de Mejicanos, municipio ahora absorbido por San Salvador Centro. Las instalaciones están cuidadosamente pintadas con colores llamativos.
Cuando termina la jornada de clases, un grupo camina rápidamente por los pasillos, al fondo de un salón se comienzan a escuchar sonidos de instrumentos, trompetas, bombos y redobles que se van mudando hacia un área verde bajo la sombra de unos grandes árboles.
De repente se escucha un conteo, "1, 2, 3 y ..." la banda inicia sus melodías. Esta tarde tienen como objetivo ensayar todas las canciones previo al desfile de independencia que realizaran en las calles de Mejicanos. En los pasillos los padres de familia esperan, conversan entre ellos.
Para entrar en calor, el director hace que los alumnos hagan una serie de ejercicios físicos como flexiones, saltos y estiramientos que son realizados enérgicamente por los niños emocionados.
Jorge Zelaya es padre de Rachel, cachiporrista de la banda desde hace unos años. Mientras espera que el ensayo termine se dedica a colaborar algunas labores en la escuela, pero se acerca a menudo para ver a su hija bailar. "Para nosotros es importante que ella participe de estas actividades, eso le ayuda en su desarrollo como persona", comenta Zelaya.
Según Zelaya, la música, poco a poco, ha ayudado a su hija a desarrollar habilidades que le han incrementado la confianza en sí misma.
El director Pineda pide a los jóvenes ponerse en la posición de descanso y lentamente los instrumentos son colocados en el suelo mientras escuchan otras indicaciones. "Descansen, los artistas deben descansar para estar tranquilos en sus presentaciones, ustedes son artistas y estos días que vienen vamos a demostrar lo que hemos aprendido", comenta el director mientras a los jóvenes esas palabras parecen inflarles el pecho.