Aunque no lo parezca, el Centro Histórico de San Salvador está rodeado de decenas de mesones en donde viven vendedores ambulantes, bulteros de los mercados, mujeres que lavan ajeno y ciudadanos que desempeñan otros oficios. Foto EDH / Menly González Los costos de las habitaciones son relativos y oscilan entre $3 y $5 diarios. En total, puede significar un gasto de $90 o $150 mensuales, sin incluir baño privado. En los mesones todo es compartido. Lo único positivo del que está ubicado en la 14 Av. Norte es que tiene agua potable. Foto EDH / Menly González Ana Campos vendía fruta en carreta antes de los recientes desalojos en el centro de San Salvador. Ahora vende dulces, pero este negocio no es suficiente y se ve obligada a buscar clientes para lavar ajeno. Foto EDH / Menly González Luis Vásquez vive con su compañera de vida, Marisol Montoya, en un cuarto de aproximadamente tres metros cuadrados. Lo comparten con su hija de dos años. No tienen cama pero si una hamaca. El espacio es ocupado también por una plancha para cocinar. Foto EDH / Menly González Marisol muestra que para alimentarse durante la semana únicamente tienen frijoles molidos y no cuenta con losmedios para preservarlos. Los cubre con una tapadera y una manta amarrada para que no se arruinen demasiado rápido. Foto EDH / Menly González María Santos Díaz dice que la economía de ella y sus vecinos siempre ha sido difícil pero ahora es peor: “Si pago la luz o el cuarto no invierto para la comida”, señala. “Aquí, si hoy tenemos café puede que no tengamos azúcar y así, siempre falta algo”, comenta. Foto EDH / Menly González Aunque los residentes de uno de los mesones, ubicado en la zona de la Avenida Independencia, afirman que es difícil la convivencia, algunos crean buenas relaciones y comparten entre vecinos lo poco que tienen. Foto EDH / Menly González José Gilberto Campos paga $99 por su pieza al mes. En ella solo tiene, como pertenencias, una cama, un ventilador y una televisión vieja. "Yo prefiero comprar comida, está más cara", dijo. Foto EDH / Menly González Ana del Carmen Santos muestra la preparación para pupusas que tiene almacenada. "Ahora sale mejor hacerlas uno", dijo. En su refrigerador tenía, además, un recipiente con curtido, el resto estaba vacío. Foto EDH / Menly González Ana del Carmen se dedicaba a vender pan dulce en el Centro Histórico. Ahora le es difícil realizar esa actividad, junto con su compañero de vida, que se dedica a recolectar cobre para conseguir el alquiler de la pieza. Foto EDH / Menly González El Sagrado Corazón de Jesús es el patrón de los vendedores. Ana del Carmen tiene un altar en su casa. Foto EDH / Menly González En los mesones, los gatos no son solo mascotas sino compañía. Son necesarios para ahuyentar roedores y otros insectos. Foto EDH / Menly González “Yo no creo que los de las empresas estén tan afectado como nosotros”, dice María Gómez, quien comenta que hace poco, agentes del CAM estuvieron apunto de decomisarle su mercadería. Foto EDH / Menly González
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