El gobierno le apostaba a proclamar la victoria pecenista y cerrar el capítulo de un tajo, que nadie discutiera nada. Foto EDH/ Archivo Salvadoreños asistieron a ejercer su voto. Foto EDH/ Archivo Con la manipulación del recuento y el relleno de urnas con votos fantasmas, popularmente conocidos como “tamales”, mientras el traslado de los paquetes electorales estuvo a cargo de la fuerza pública militarizada. Foto EDH/ Archivo Tras una apoteósica y aplastante campaña y propaganda electoral oficialista y concurridas elecciones con fuerte despliegue de la Guardia Nacional, el Partido de Conciliación Nacional (PCN), con el general Carlos Humberto Romero y el médico Julio Ernesto Astacio, se declararon triunfadores de las elecciones ese 20 de febrero de 1977. Foto EDH/ Archivo Los candidatos doctor Julio Ernesto Astacio y general Carlos Humberto Romero, del PCN, y el abogado Antonio Morales Ehrlich y el coronel Ernesto Claramount. Foto EDH/ Archivo Como ocurría siempre, el recurso del oficialismo hasta ese momento era cantar victoria y cerrar el capítulo, que nadie discutiera nada. Foto EDH/ Archivo La noche del recuento se denunciaron manipulaciones y relleno de urnas con “tamales”. Foto EDH/ Archivo Foto EDH/ Archivo El presidente Armando Molina en una fotografía que acompañaba un mensaje a la nación sobre la turbulenta situación del país después de las elecciones en 26 de febrero, dos días antes de la masacre. Foto EDH/ Archivo Pero ese año la oposición no estuvo dispuesta a quedarse con los brazos cruzados. Foto EDH/ Archivo En las primeras horas del 28, los cuerpos de seguridad cercan la plaza. No pretenden dispersar la manifestación, sino encerrarla. Foto EDH/ Archivo Las denuncias de fraude en las elecciones de 1972, la represión tras un intento de golpe ese mismo año, el cierre de la Universidad Nacional y su posterior militarización con “Los Verdes”. Foto EDH/ Archivo Ese 28 de febrero de 1977, grupos militares y paramilitares combinados cercaron la plaza con las decenas de militantes políticos dentro. Foto EDH/ Archivo Socorristas de la Cruz Roja atienden a un hombre herido de bala en el centro de la capital durante los hechos del 28 de febrero. Foto EDH/ Archivo Les lanzaron gases lacrimógenos y dispararon fuego de metralla, provocando una estampida entre gritos agudos, traqueteos de metralla y humo y capturando a varios de ellos, que fueron llevados a los cuarteles de los cuerpos de seguridad para torturarlos, como los últimos años se ve que hacen los guardias bolivarianos fascistas en la Venezuela chavista. Otros corrieron a la iglesia del Rosario, a donde llegaron a sacarlos. No se tiene un número exacto de muertos y lesionados, pero se hablaba de hasta un centenar cuya sangre quedó regada en la plaza y fue necesario que los bomberos llegaran a lavarla después. Foto EDH/ Archivo Fotografía tomada un día antes de la masacre que muestra calles aledañas a la plaza Libertad bloqueadas por los manifestantes que habían paralizado el comercio en el centro de San Salvador. Foto EDH/ Archivo Retrato de una de las victimas asesindas. Foto EDH/ Archivo Portada de El Diario de Hoy del 1 de marzo de 1977 y que muestra los vestigios de la dispersión de los manifestantes en la plaza Libertad. Foto EDH/ Archivo
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