Ilsia se ha preparado para la prueba Avanzo. Ha repasado sus apuntes, libros y cuestionarios para tener una buena calificación.
Foto EDH/Jonatan FunesHacer un examen no sería difícil si se ha tomado el tiempo necesario para prepararse, incluso si este es en línea
Foto EDH/ Jonatan FunesEsta es la realidad de Ilsia Verónica Telule Linares, de 17 años, estudiante de segundo año de bachillerato en contaduría comercial del Complejo Educativo Pedro F. Cantor de Izalco, Sonsonate.
Foto EDH/Jonatan FunesLa solución para poder continuar es caminar medio kilómetro de su casa para ascender, entre piedras y milpa, a la parte más alta cerca del cantón, un lugar al que llaman La Loma.
Foto EDH/Jonatan FunesIlsia forma parte de los 70 mil estudiantes de instituciones públicas y privadas que se sometieron este año a la prueba virtual. Para los expertos académicos esta metodología no es confiable.
Foto EDH/Jonatan FunesEsa colina es la recepción de los que necesitan conectarse a internet, y unas grandes rocas volcánicas que sobresalen de la tierra se convierten en los asientos.
Foto EDH/Jonatan FunesFátima Tatiana Telule, de 18 años, esta a la espera de su graduación de Técnico Contador de la misma institución donde estudia su hermana, Ilsia. Fátima tiene buenos y malos recuerdos de la prueba Avanzo. “A mi lo que me afligía era lo de la señal, pero me fui para la carretera a Sonsonate y ahí estuve haciendo las cuatro pruebas y gracias a Dios quedé en el nivel superior en todas”, comenta.
Foto EDH/Jonatan Funes“Me han gustado las preguntas que vienen porque son para conocer como me siento en la escuela, como persona, con mi familia y dónde me gustaría trabajar. Pero el problema acá es la señal porque vivo retirado del pueblo y acá no hay. Es uno de mis grandes miedos de la prueba, que se corte la señal y ya no la pueda realizar”, expresó la joven.
Foto EDH/Jonatan FunesIlsia agarra su laptop y empieza a caminar vestida con un pulcro, impecable, uniforme de su instituto, un requisito que se le pide a los estudiantes que cumplan aunque la prueba no es presencial.
Foto EDH/Jonatan FunesIlsia se ha preparado para la prueba Avanzo. Ha repasado sus apuntes, libros y cuestionarios para tener una buena calificación. No le preocupa la evaluación, no desconfía en sus conocimientos, sino en la falta de Internet que hay en el lugar donde vive para usar la laptop donada por el gobierno.
Foto EDH/Jonatan FunesIlsia es ayudada por su hermana Fátima, luego de terminar la prueba. Foto EDH/Jonatan Funes Con una mano en el teclado, sus ojos evaluación en la pantalla y con su perico Poli en el hombro, ha iniciado la prueba vocacional. Pasan unos minutos y la señal desaparece.
Foto EDH/Jonatan FunesEsta es la realidad de Ilsia T., de 17 años, estudiante de segundo año de bachillerato en contaduría comercial del Complejo Educativo Pedro F. Cantor de Izalco, Sonsonate. Foto EDH/Jonatan Funes Detalle del logo de la institución. Foto EDH/Jonatan Funes Su casa, rodeada de árboles de gran tamaño, es la última de un callejón sin nombre en el caserío Los Mezquitas, cantón Cuntán, de Izalco, Sonsonate. Al interior de su casa no hay señal, tiene que caminar a su alrededor para probar suerte. Con la ayuda de su hermana ha colocado una mesa afuera donde ha logrado conectarse.
Foto EDH/Jonatan FunesPara Carlos O. de 17 años, estudiante de segundo año de bachillerato en el mismo complejo educativo donde estudia Ilsia, ha tenido las mismas dificultadas para conectarse a la red.
Foto EDH/Jonatan FunesCarlos es el mayor de dos hermanos. Su padre es carpintero y su madre se encarga de las cosas de la casa. Viven en el caserío El Sirin, cantón Cuyagualo, Izalco, a cuatro kilómetros de la carretera, pero el mal estado de la calle hace que se sienta un trayecto mucho más largo.
Foto EDH/Jonatan FunesEl joven esta consiente del esfuerzo que hacen sus padres para lograr pagar de 10 a 15 dólares mensuales para comprarle paquetes de datos para que pueda conectarse a sus clases en línea.
Foto EDH/Jonatan Funes“La mala señal me dificulta mucho. Me toca buscar señal en las partes de arriba de la casa o ir hasta la cancha. Eso ha sido la mayor dificultad por la señal. A veces debajo de la lluvia me toca ir a buscar para ir a hacer exámenes, mi mamá y hermano me ayudan sosteniendo la sombrilla. Así me ha tocado”, confirmó.
Foto EDH/Jonatan FunesDetalle de la pantalla cuando Ilsia no tenía internet en su casa y sí en la Loma.
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