La remodelación de la plaza de Las Américas, mejor conocida como El Salvador de Mundo, ha llegado a su fin. La obra nunca fue parte de promesas de campaña ni estaba contemplada en algún plan urbano, simplemente un día se empezó a hacer, sorprendiendo a transeúntes y conductores.
Estos últimos se sentirán aliviados por la finalización de la remodelación porque al fin el tráfico en la zona no se verá obstaculizado por camiones, conos y zanjas en la calle que generaban trabazones en las horas pico.
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Por otro lado, una de las primeras discusiones fuertes en redes sociales en torno a este proyecto surgió cuando se empezaron a trasplantar varios árboles de la especie exótica laurel de Madagascar. En las cuentas del MOP se trataba de dar la idea de que la plantación de esos árboles era una contribución al cuido del medio ambiente.
Ciertamente, la plaza, que en realidad es una obra para controlar el tráfico y no una plaza de fácil acceso para los peatones, estaba desprovista de árboles, pero algunos usuarios se molestaron porque en lugar de sembrar árboles nacionales, se eligió una especie extranjera. Otros se molestaron, porque, por otro lado, el Ministerio de Medio Ambiente avala la construcción de urbanizaciones de lujo en lugares que están llenos de bosques.
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Otra gran polémica fue la fuente, que se ha convertido en la joya de la corona de la remodelación.Sin embargo, muchos recordaron que esta fue construida durante la gestión edilicia de Norman Quijano (2009-2015), pero dejó de funcionar por un daño en el equipo y nunca se volvió a reparar. La han bautizado como el “espejo de agua” y está provista de boquillas que disparan agua a diferentes alturas, con ritmo musical y, por supuesto, coloridas luces led la iluminan.
Las remodelaciones también incluyen equipo de sonido con parlantes especiales para el aire libre -que esperemos no serán vandalizados- y colocación de más luces en las bancas y en arriates.