El Festival de las Flores y las Palmas no es solo de Panchimalco

El 7 de mayo de 2023, la entonces ministra de Cultura de El Salvador, Mariemm Pleitez, anunciaba a la ciudad de Panchimalco, que la Cofradía de las Flores y las Palmas del antiguo municipio pasaba a formar parte del Patrimonio Cultural Inmaterial del país. Esto, en el marco de la celebración de la XLI Feria Cultural de las Flores y Las Palmas, a inicios de mayo.

Ello, por su invaluable aporte en la preservación y difusión de una de las tradiciones más emblemáticas de El Salvador.

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Sin embargo, el Festival de las Flores y las Palmas, que ha hecho famoso a Panchimalco, trasciende los límites de este distrito de rasgos coloniales de San Salvador Sur. Lo cierto es que esta se extiende a otras regiones del territorio nacional, convirtiéndose en un símbolo de sincretismo.

Dicha expresión religiosa-cultural tiene profundas raíces históricas, relacionadas con la conquista y colonización española en gran parte de América. Es una festividad que fusiona tradiciones indígenas y coloniales, reflejando ese sincretismo antes citado. Pero, ¿qué es sincretismo?

La enciclopedia digital Concepto de la Editorial Etecé lo define como “la fusión o combinación de diferentes creencias o tradiciones culturales. Ocurre cuando elementos de distintas sociedades se integran para formar un nuevo sistema de creencias o prácticas”.

El término en sí es de origen griego antiguo, y se cree que proviene de la palabra sýnkresis, que significa ‘unión’ o ‘fusión’”.

Según el Dr. Sajid Herrera, investigador e historiador cultural de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), "... los procesos sincréticos en El Salvador son mucho más complejos que los originados por la llegada de los españoles. Antes de la implantación de valores cristianos medievales, ya existían patrones de integración cultural que respondían a dinámicas propias de los pueblos indígenas".

Este sincretismo se refleja en la dualidad de nombres de muchos pueblos, como San Miguel-Huizúcar o Santa Cruz-Panchimalco, que combinan elementos cristianos e indígenas.

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Y las cofradías juegan un rol esencial en la protección y proyección de este legado. Así lo afirma Tito Reyes Pasin, exalcalde del común del distrito de Izalco, en Sonsonate —lugar donde el trabajo de las cofradías ha sido muy importante—, quien indica que "hablar de cofradías es hablar de pueblos originarios, de nuestras raíces y nuestras tradiciones, es hablar de nuestra historia".

En Panchimalco, esta celebración se realiza en honor a la Virgen del Rosario y la Virgen de la Concepción, y uno de sus principales atractivos es que los habitantes elaboran arcos decorativos con flores y hojas de palma como muestra de devoción y gratitud. Los habitantes se organizan a través de las cofradías que se encargan de tener listos todo lo que se requiere para celebrar el famoso festival.

No obstante, aunque esta tradición es famosa gracias a los panchimalquenses, comunidades como Huizúcar, Los Planes de Renderos y Sonsonate han adoptado y adaptado elementos de esta tradición a su cultura local. Incluso, ya se escucha hablar de un festival de las flores en San Ignacio, Chalatenango.

HERENCIA COLONIAL

En efecto, como esta celebración tiene raíces históricas comunes en distintas regiones del país, se han registrado tradiciones similares a la de Panchimalco en otras zonas tan lejanas como Sonsonate.

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En este distrito del occidente, se realiza el Festival de las Palmas que, según el sitio todoturismo.sv, se origina en las celebraciones indígenas y coloniales, donde las palmas de coco decoradas con flores eran ofrecidas a deidades y, posteriormente, a la Virgen María. Por supuesto, con el tiempo estas expresiones evolucionaron.

Dicha celebración se realiza durante mayo, coincidiendo con la época de las flores.

Muy cerca de Panchimalco, en los Planes de Renderos, también se lleva a cabo la Procesión de las Palmas en honor de la Virgen de Fátima, organizada por la parroquia San Antonio.

Siempre en la misma zona del sur de San Salvador, específicamente en Huizúcar, sus habitantes celebran la Procesión de las Palmas, y siempre en honor de la Santísima Virgen. Esta, organizada por la parroquia de San Miguel Arcángel, se realiza en los primeros días de mayo.

Según lo manifestado por Tomás Gómez, colaborador de dicha parroquia de Huizúcar, son varias las festividades que se acostumbran en dicho distrito, cinco incluyendo la Semana Santa. Estas son: Santa María Magdalena en julio, copatrona del lugar; la de San Miguel Arcángel, patrono de la ciudad, en septiembre; y la de la Virgen de Guadalupe y el Nacimiento de Jesús en diciembre.

“También hay otra festividad muy importante, que es la Fiesta de las Palmas, esa la celebramos en mayo. Esta ha tenido diferentes etapas, porque antes de 1988 era una fiesta de todo el mes. Las familias de la parroquia se ofrecían para llevar la imagen de la Virgen a sus casas cada día, y ellas se encargaban de que la comunidad les donara flores de ‘ensarta’…”, explica el portavoz.

Luego, entre todos, ya con las flores reunidas, decoraban las palmas y en la tarde de cada día se realizaba una procesión. Sin embargo, la devoción entre los residente se fue perdiendo, por lo que en 1988 se decidió celebrarla solo un día del mes y con el tiempo quedó programada para los primeros domingos de mayo.

Otro de los distritos que también mantenía similar tradición religiosa-cultural es Rosario de Mora, no muy lejos de Panchimalco.

Pero la fiesta de las flores también se acostumbra en países como Guatemala y Colombia.

Celebraciones como el Festival de las Flores en Antigua Guatemala y la Feria de Flores en Medellín comparten el espíritu de rendir homenaje a las tradiciones a través de expresiones artísticas y culturales ligadas a la naturaleza.

Incluso comunidades de salvadoreños en el extranjero han adoptado esta celebración como un puente para mantener vivos sus lazos con su tierra natal.

Aunque es una fiesta común para muchos distritos, el éxito del Festival de las Flores y las Palmas de Panchimalco ha impulsado iniciativas para garantizar su continuidad.

Las escuelas locales promueven programas educativos que incentivan a las nuevas generaciones a conocer y participar activamente en esta tradición. Además, el gobierno y diversas organizaciones culturales trabajan de manera conjunta para preservar y difundir este legado.

En un contexto de creciente globalización, el Festival de las Flores y las Palmas destaca como un testimonio de la riqueza cultural de El Salvador, que ha evolucionado a lo largo de su historia.

Su expansión más allá de Panchimalco no solo reafirma el valor de las tradiciones como herencia, sino que las posiciona como un puente entre el pasado y el futuro, capaz de unir corazones y culturas bajo un cielo lleno de flores y esperanzas. Algo digno de recuperar, proteger y difundir.

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