En uno de los puestos del Mercado del Mar del Puerto de La Libertad, un rebelde con causa dedica horas a inmortalizar los paisajes de las playas salvadoreñas en ostras y caracoles.
Con buen rock de fondo -cortesía de la radio Astral-, Alejandro Lozano, pintor autodidacta, recibe, sobre todo, la visita de hermanos lejanos en busca de recuerdos para llevar en su viaje de regreso.
El puesto, "El Pirata", es el fruto de grandes sacrificios y de plantar cara a las adversidades con uñas y dientes para asegurar el sustento diario.
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Alejandro es un hambriento lector de libros que enriquecen la mente, como "Júpiter" de Francisco Gavidia, "Solito" del migrante salvadoreño Javier Zamora, el clásico poema germánico "El cantar de los Nibelungos" o el bestseller de The New York Times, "Prohibido nacer" de Trevor Noah.
Y aunque no desprecia una copa de buen vino chileno, se declara amante fiel de la cerveza bien fría.
Sentado al interior de su pequeño puesto de artesanías, accede a compartir algunos detalles de su gran aventura llamada vida. Desde el día que dejó atrás su hogar en Los Planes de Renderos, de Panchimalco-en donde lo conocen como El Camión-, hasta el momento en que decidió volver a El Salvador y ancló en el Puerto de La Libertad.
Cuando arribó a la zona del malecón, Lozano ya dominaba la pintura y había probado suerte reciclando materiales naturales para elaborar una diversidad de artesanías.
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Su debut con la pintura no fue tan artístico, pues comenzó pintando carros.
Con los años, y aprovechando cada oportunidad que se le cruzó como turista centroamericano, comenzó a pintar cuadros.
Ese talento autodidacta se convirtió en su machete en la zona turística de Livingstone, en el departamento de Izabal, Guatemala. Ahí, se ganó la vida pintando cuadros de gran formato, murales, letreros y rótulos.
Sin embargo, al notar que al salvadoreño le iba bien como pintor, apareció en la zona otro artista que le ofreció competencia, pero desleal.
"... solo podía hacer tres paisajes y bien chivos. Tenía plante de guardia nacional, bien matón, bien peinado y bien perfumado. Como me vio todo sucio, sin camisa y con los zapatos rotos, se me acercó y me dijo que no quería verme pintando cuadros, murales, ni rótulos, porque si no: 'te voy a moler'", rememoró el compatriota.
Acostumbrado desde muy joven a ver hacia el futuro, recordó haber visto en el río Quehueche unos caracoles que pensó en decorar y sin dar pelea se retiró del lugar.
Así, el compatriota empezó a vender caracoles decorados, aunque la paga era menor. Pero no conforme con eso, también pensó en hacer esculturas con desechos de coco y le fue bien esculpiendo garzas, gaviotas y pelícanos.
Con los días, notó que su rival solo elaboraba tres diseños de pinturas y la última vez que supo de él fue cuando desapareció después de solicitar $300 dólares de adelanto por un mural.
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Así como llegó se fue, y sin los servicios de este, sus antiguos clientes lo ubicaron para proponerle nuevos proyectos. Sin embargo, como él afirma, es un hombre vengativo y no aceptó.
"Entonces me buscaron de nuevo y les dije: 'vayan a buscarlo, que se los haga él'. No volví a hacer rótulos, ni letreros, ni murales. Ganaba menos, pero cumplí mi capricho de desquitarme", enfatiza.
Tras esa desagradable experiencia, se trasladó a Río Dulce, cerca de aquella zona. En ese lugar, vendió cuadros pequeños, y después partió hacia México y posteriormente a Belice.
Es ese punto de su vida, luego de gastarse la herencia de sus padres y recorrer toda Centroamérica, decidió volver a El Salvador, pese a estar consiente que acá la vida sería más dura.
De eso hace 22 años, tiempo en que ha luchado a capa y espada por su venta de artesanías. La competencia en el Puerto de La Libertad ha sido dura, pero gracias al apoyo de las autoridades de Turismo hoy tiene su puesto de venta en el Mercado del Mar, uno muy diferente entre todos los que ahí funcionan.
Los precios, accesibles, varían según el tamaño y el diseño de la pintura, pero además resulta entretenido escuchar las aventuras del "pirata", ciudadano de Centroamérica, que pinta en ostras y caracoles.