Con el esplendor de sus escuelas de samba, Río de Janeiro celebra el domingo y el lunes su famoso carnaval, marcado este año por un mayor optimismo tras el cambio de gobierno y el fin de las restricciones de la pandemia.
Mientras cientos de "blocos" callejeros continúan animando desde la semana pasada las calles con sus comparsas carnavalescas, las "escolas" ultiman los detalles de sus suntuosos desfiles en el Sambódromo.
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"Siempre damos lo mejor. No tenemos horarios, trabajamos de madrugada. Todo para hacer al público feliz", dijo a la AFP Rogerio Sampaio, uno de los numerosos miembros de la escuela Viradouro que pasaron los últimos meses confeccionando disfraces en los galpones de la Ciudad de la Samba, en el centro de Río.
La ciudad se entregará oficialmente a los brazos de la fiesta cuando el "Rey Momo" reciba simbólicamente este viernes las llaves de la ciudad de parte del alcalde, Eduardo Paes, quien define el carnaval como "el mayor espectáculo en la Tierra".
La Liga Independiente de las Escuelas de Samba (LIESA) espera un público de 100.000 personas por noche en el Sambódromo, contando los más de 70.000 espectadores que caben en el recinto y los integrantes de las 12 escuelas.
Además de ser el primer carnaval sin restricciones sanitarias, es el primero desde que el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva asumió la presidencia, tras derrotar al ultraderechista Jair Bolsonaro, crítico de la fiesta.
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Las agrupaciones tienen entre 60 y 70 minutos para desfilar por la Avenida Marqués de Sapucaí (nombre oficial del Sambódromo) e impresionar a los jurados, que analizarán categorías como tema del desfile, samba, batería de percusión, trajes y carrozas.
Con sus trajes rebuscados, sus carros gigantes y su danza frenética, las "escolas", nacidas en las favelas de Rio, cuentan diferentes historias.
En los últimos años, denunciaron de forma más o menos explícita al gobierno de Bolsonaro, criticado por haber socavado los derechos de las minorías.
Y en los desfiles de este año, que empezaron a preparar a principios del pasado, vuelven a abordar temas sociales y políticos, como las raíces africanas de Brasil, personajes emblemáticos de la samba o las tradiciones culturales de la desfavorecida región del noreste.
"El carnaval es un espejo de Brasil en diálogo con la cultura popular", dijo a la revista Veja Leandro Vieira, director artístico de Imperatriz Leopoldinense.
"Es un momento en que Brasil (...) ya sea en la cultura popular o en el campo político, precisa reafirmar aquello que tiene de mejor. No es una coincidencia, es la luz después de las tinieblas", agregó.
Así, Imperatriz hablará de Lampiao, el más famoso bandolero en la historia de Brasil, considerado un héroe por unos y un mero bandido por otros.
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Mangueira rendirá homenaje al estado de Bahia y sus raíces africanas, y contará entre sus más de 3.000 componentes con la nueva ministra de Cultura, la cantante Margareth Menezes.
Al menos otras dos escuelas traerán a la pasarela culturas del noreste, como Mocidade y Tuiutí.
Grande Rio, campeona del desfile en 2022, homenajeará al cantante Zeca Pagodinho, ícono vivo de la samba y la cultura carioca de música, cerveza helada y amistad.
La tradicional escuela Portela celebra su centenario con un "enredo" sobre su propia historia. Y Salgueiro recordará al "carnavalesco" Joãosinho Trinta, quien modernizó los desfiles de Rio a fines de los 80 introduciendo carrozas ostentosas y otras propuestas osadas.