Como cada domingo, la rutina de 12 mujeres inicia antes que el sol salga y que los gallos anuncien un nuevo día. Se despiertan a las 4:00 de la madrugada para hacer los quehaceres del hogar y dejar preparado el desayuno de sus hijos, para luego emprender su camino en medio de la oscuridad hasta la Molienda San Antonio, ubicada en la comunidad homónima, en Suchitoto, Cuscatlán.
Sus nombres resuenan en la localidad, pues son las encargadas de endulzar cada fin de semana el paladar de locales y foráneos, que llegan hasta la molienda para ser testigos de cómo convierten el jugo de caña en un delicioso y tradicional dulce de panela y otros derivados como el vicio, miel de mesa, miel de dedo y batidos.
El proceso productivo del dulce se realiza los domingos, pero un día antes van a los cañaverales a rozar las toneladas de caña que usarán en cada jornada. Cabe destacar que ellas mismas cargan el material hasta el camión y luego lo descargan en la molienda.
“El sábado vamos a rozar la caña, nos vamos tipo 1:00 de la tarde. Esto lo hacemos entre todas, la cargamos hasta el carro y luego la traemos a la molienda. Ese día también llenamos los peroles de agua, llenamos las pilas y dejamos todo listo”, reveló Carolina Díaz.
Este es un trabajo que tradicionalmente lo hacen hombres, ya que requiere de mucha fuerza, agilidad y, sobre todo, es muy cansado, pero en esta comunidad, las mujeres han demostrado que para ellas nada es imposible. Sus más de 10 años en este oficio las ha convertido en mujeres empoderadas, fuertes y perseverantes.
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Alegan que este proyecto nació con la necesidad de crear fuentes de trabajo que fueran autosostenibles en las zonas rurales, especialmente, para las mujeres.
“Pensamos en crear una iniciativa o un negocio que fuera autosostenible para nosotras y la idea era no salir de nuestras comunidades como normalmente las mamás dejamos a los niños en las casas y nos toca salir fuera a trabajar. Entonces pensamos en qué hacer o cómo crear algo que pudiéramos trabajar en la comunidad y así surge esta molienda”, explicó Carolina Díaz.
Por ello, en 2014, se acercaron al Comité de Reconstrucción y Desarrollo Económico Social de las Comunidades de Suchitoto (CRC) y de Fondos Canadá para poder echar a andar dicha iniciativa.
El proyecto comenzó con 30 mujeres y ninguna tenía experiencia o conocimiento en el proceso del dulce. Solo tuvieron una oportunidad de ir a una molienda en San Vicente a ver cómo era el proceso. Eso bastó para agarrar valor y arrancar con su sueño.
“Comenzamos a ver que el dulce de caña en nuestros antepasados se utilizaba para endulzar todo. Entonces nosotros dijimos ‘aparte de generar nuestros ingresos, vamos a poder estar rescatando un poco nuestra cultura’, rememoró Díaz.
Carolina aún recuerda el arduo trabajo que hicieron para poder construir las grandes calderas de donde hoy extraen el dulce. Asegura que no fue fácil, pero con la ayuda de sus hijos, quienes batían lodo, jalaban piedras y materiales de construcción, lograron terminar el lugar que hoy se conoce como la Molienda de San Antonio, única en el territorio de Suchitoto.
“El trabajo es demasiado pensado y porque normalmente lo hacen los hombres, pero aquí lo hacemos las mujeres. Hay unas que tienen sus esposos y ellas los mandan cuando no pueden venir. Incluso, el que nos enciende el motor es el esposo de una de ellas”, destacó.
Proceso del dulce
Don Horacio Hernández, esposo de Blanca Quevedo, es el encargado de activar la máquina donde se muelen dos toneladas de caña todos los domingos, cuyo jugo extraído pasa por un tubo de plástico hasta llegar a las grandes calderas donde se hará su cocimiento por siete horas a fuego controlado.
Cabe destacar que para encender el honor no ocupan leña, ya que el mismo bagazo de la caña utilizan para el fuego. Acá todo lo de la caña es útil.
“El cocimiento del dulce debe ser de siete horas, sin bajarle fuego, porque si usted le baja fuego dura más tiempo, por eso debemos estar pendiente de todo. De las 8:00 de la mañana hasta tipo 1:00 de la tarde todo es cocimiento”, comentó Díaz.
Antes que el proceso llegue a su etapa final, se saca el famoso vicio, un delicioso jugo de un tono entre verde y gris que es muy buscado en el lugar. Luego se extraen la miel de mesa y la miel de dedo que son comercializada en la zona.
Según Nery Joachín, el dulce comienza a cuajar tipo 3:00 de la tarde tras haber pasado por varias horas en el fuego. Al estar en el punto, lo sacan y lo echan en peroles extras donde lo batirán sin parar por media hora. Esta es una de las etapas más difíciles.
“Lo más costoso en la tarde es la batida, porque hay que menearlo y ahí se necesita fuerza porque endurece. Pasamos media hora meneando, lo cual ayuda para dos cosas: el color y para que endurezca”, aseguró Nery.
Al finalizar ese proceso, se lleva a los moldes de madera donde reposará entre 20 y 30 minutos. Al pasar ese tiempo, la consistencia se vuelve sólida y se obtiene el famoso dulce de panela.
En cada jornada sacan 200 porciones de dulce, varias botellas de jugo de caña, de miel de dedo y de mesa. Y muchas veces también hacen batidos.
Feria del Dulce
El próximo martes 4 de abril realizarán el cuarto Festival del Dulce en la Molienda de San Antonio.
Durante todo el día los visitantes podrán degustar de platillos típicos y derivados del dulce de panela como torrejas, jocotes , yuca, ayote y mango en miel, nuégados, bebidas calientes, jugo de caña con piquete, entre otros.
Asimismo, habrá música en vivo y cantantes invitados que pondrán el ritmo y el sabor a la jornada y, por supuesto, harán bailar a los presentes.
Esta será una actividad para toda la familia, pues la diversión está garantizada para niños, jóvenes y adultos. La entrada no tiene costo.
Lo mejor de todo es que el público será testigo de todo el proceso que conlleva sacar el dulce de panela. Desde que se muele la caña de azúcar para extraer el jugo y cómo este llega a los peroles donde a fuego controlado inicia el proceso de cocción, convirtiendo el jugo en miel.