Es una casa que llama la atención por todos los ángulos que se mire, produce intriga a cualquiera que la vea. El impulso de entrar es pausado por las historias que se cuentan. Aquí te detallamos los misterios de La Casona de Santa Bárbara, en el municipio El Paraíso, Chalatenango.
Las paredes están agrietadas, la luz que entra es poca pero suficiente para ver los detalles de su construcción y el deterioro que incrementa con el paso de los años. Han sobrevivido dos peldaños de una escalinata de madera que crujen al pisarlos y de la segunda planta solo quedan unos tablones sobre polines de madera.
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Cuando el sol se oculta, la atmósfera cambia. Sin duda, pareciera que se abre el portal que da paso a los sucesos extraños, aunque los habitantes aseguran que quizás esto es producto de la imaginación. Entrada la noche, las láminas comienzan a rechinar al son del viento, las ramas de los árboles se tambalean creando figuras con las sombras y los aullidos de los perros estremecen.
La Casona de Santa Bárbara pasó de ser una joya arquitectónica, con acabados de lujo y vajilla de plata, a un inmueble que está prácticamente en el olvido. Los secretos, leyendas y misterios que se cuentan son diversos.
Maximiliano nació y creció en Santa Bárbara y recuerda que era la única residencia con despampanante lujo. Cree que la razón por la que ha permanecido abandonada desde los años 80 es porque sus antiguos dueños, la familia Bustamante, realizó algún tipo de ritual para que no fuera habitada. Lo cree así porque vio como algunos expresidentes de la cooperativa Santa Bárbara que intentaron vivir ahí, salían despavoridos.
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Los datos históricos indican que el terreno era propiedad de Soledad Parker, quien la nombró así en honor de Santa Bárbara. Posteriormente, la propiedad paso a manos de la familia Bustamante, quienes la perdieron debido a la intervención del Estado durante el proceso de la Reforma Agraria, en los años 80.
Parte de las tierras que pertenecían a la hacienda quedaron bajo las aguas del embalse del Cerrón Grande, cuya orilla está a unos 200 metros del casco. Luego, la casona pasó a manos de la Cooperativa Santa Bárbara, que la ocupó por varios años hasta 1998. Luego de estar abandonada por un tiempo, Fundalempa logró adquirirla para administrarla hasta que la alcaldía del municipio El Paraíso la compró. Esto último según la población, porque se intentó obtener la versión de las autoridades de la comuna, pero manifestaron que había que tener cita programada.
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En su mejor versión, la casa contaba con 10 salones distribuidos en dos niveles, incluyendo cocina y comedor. Se dice que cada habitación tenía figuras pintadas sobre el cielo y que las visitas ocupaban las habitaciones de la segunda planta y los Bustamante las de la primera. En su interior luce una imagen intacta de la patrona Santa Bárbara hecha sobre azulejos y firmada por Juárez Aranda en 1944. El mismo artista creó la imagen de la Virgen de El Rosario que está en el monumento en la esquina de la alameda M.E. Araujo y la avenida Olímpica de San Salvador.
Maximiliano trabajó en la bodega de la casona y afirma que mucha gente también lo hizo para los Bustamante, pero que era casi imposible ingresar a la vivienda. “Dicen que se escuchan ruidos, se mira gente caminando en la noche, una mujer que se pasea con una niña, un sacerdote. Sinceramente da cosa, da miedo de día y de noche”, expresó.
Algunos incluso asocian estas visiones con los espíritus de dos jóvenes que asesinó un soldado y fueron sepultados en el jardín, en el año 1985. Ambos tenían 16 años, uno era conocido como “Malanga” y otro como “Hulk”.
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“El soldado, bien drogado, se los llevó a un cerro y los mató. Eran bien queridos aquí en la comunidad y como en tiempo de guerra no importaba donde los enterraran, la gente decidió enterrarlos aquí”, enfatizó el vocero.
Carlos Ramírez de 70 años es la persona al que la comunidad remite cuando de obtener conocimiento histórico del inmueble se trata. No cree en lo absoluto en las manifestaciones que suceden en la casona. Dice que es un rumor que se ha venido esparciendo con los años, pero que nadie lo ha comprobado.
Confirma que debido a la Reforma Agraria la vivienda quedó en manos de la Cooperativa Santa Bárbara, luego en el 2003 se la vendieron a Fundalempa, una ONG ambientalista que junto a FIAES crearon un proyecto para promover el turismo en la zona y la hacienda sería el principal atractivo. Se pretendía aprovechar los recursos naturales de la zona, construir un embarcadero para botes de vela para paseos para los turistas y un hostal cerca del casco de la hacienda. Pero no prosperó y “La Casona” fue adquirida por la alcaldía de El Paraíso, que no habría realizado gestión para su restauración y conservación. “El último día que la familia Bustamante estuvo en la casa posiblemente fue el primero de marzo de 1980”, rememoró Ramírez.
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El Diario de Hoy intentó tener la versión del alcalde, pero la licenciada Iris manifestó que se tenía que hacer cita previa. También dijo desconocer sobre el tema.
Para María Isabel de Ortega y su esposo Salvador Ortega, en la casona asustan. La razón: porque cuidan de un dinero que la familia Bustamante dejó enterrado. “Ahí está enterrada la señora, y hay mucho dinero enterrado. Solo una niña que no se sabe dónde vive conoce la ubicación del dinero. En las haciendas, han pactado con el diablo, no hay ni una que no haya pactado”, aseguró Isabel.