Cada primero de noviembre Tonacatepeque se prepara para rendirle culto a la muerte en el Festival de la Calabiuza, el cual esta vez tuvo que cambiar de fecha a causa la tormenta tropical Pilar.
La actividad -que se hizo el 4 de noviembre- arrancó desde muy temprano con la elaboración del tradicional ayote en miel, platillo que fue repartido entre todos los lugareños y visitantes.
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Don René Melara, quien formó parte del equipo que preparó el famoso dulce, aseguró que se hicieron más de 500 ayotes.
“En cada perol caben más de 500 piezas con el dulce. Nos levantamos temprano para prepararlo y que mantenga su cocción con el fuego de leña”, explicó.
El público se concentró en la calle cercana al cementerio para arrancar con el terrorífico recorrido por la calles principales del casco urbano, el cual es protagonizado por diversos personajes mitológicos salvadoreños como el Cipitío, la Siguanaba, el Padre sin Cabeza, la Carreta Chillona, el Cadejo y el Diablo, entre otros.
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Los participantes disfrazados se encargaron de hacer travesuras, asustar a los presentes y le sacaron carrera a más de uno.
Además, las tenebrosas carretas adornadas con imágenes de murciélagos o blancas calaveras fueron el principal atractivo para tomar fotos y videos.
Los jóvenes repetían el estribillo: “Ángeles somos, del cielo venimos, pidiendo ayote (calabaza) para todo el camino, mino, mino”.
“Es una gran celebración, pues es donde uno revive los personajes mitológicos”, señaló Raúl Estrada, de 35 años, quien reside en Los Ángeles y está de visita en el país.
Según el joven Gustavo Martínez, quien se había disfrazado de esqueleto, muchos al igual que él se prepararon con semanas de antelación para participar en la festividad.
Para Esther González, de 54 años y quien desde hace 10 años viaja desde San Salvador para ser parte de la fiesta de la Calabiuza, este evento le ha servido para “rendir tributo a los muertos y no dejar las tradiciones del país”.
Durante la Guerra Civil (1980-1992), la fiesta de la Calabiuza se dejó de hacer en Tonacatepeque, pero la comunidad la retomó desde 1994 como contraparte de la celebración estadounidense de Halloween.
Al culminar el desfile, se premiaron a los personajes y carretas chillonas en categorías infantil y juvenil frente a la alcaldía municipal, para luego dar paso al gran baile.
La fiesta estuvo amenizada por Julissa Ventura y la Orquesta Sonora Amaya.