Ilana Wisby, consejera delegada de Oxford Quantum Circuits (OQC) y figura clave en la naciente industria de la computación cuántica, asegura en una entrevista con EFE que los primeros ordenadores de esa nueva generación están ya "fuera del laboratorio", listos para dar servicio a compañías y gobiernos.
A sus 34 años, esta doctora en física, pianista y empresaria ha transformado una tecnología experimental salida de la Universidad de Oxford en una plataforma en la nube que pone las nuevas capacidades de cálculo de los procesadores cuánticos al servicio de sectores como la banca, las farmacéuticas, la seguridad y el análisis de datos.
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El mundo depende cada vez más de una infraestructura digital que simplemente solo puede satisfacer las crecientes demandas computacionales con superordenadores (convencionales), señala Wilby durante el Mobile World Congress de la ciudad española de Barcelona, donde ha ofrecido una de las "keynotes" en el escenario principal del evento.
"Estamos contribuyendo a resolver este problema con el potencial de la computación cuántica", indica la investigadora, que subraya que su misión es trasladar una tecnología todavía incipiente al "mundo empresarial 'mainstream'".
Los nuevos ordenadores, basados en los principios de la mecánica cuántica desarrollados a principios del siglo XX, no reemplazarán por completo a los clásicos, sino que convivirán con ellos, resalta.
En noviembre, su compañía puso en funcionamiento OQC Toshiko, una plataforma de 32 cúbits (bits cuánticos) capaz de integrarse con centros de datos comerciales y ofrecer "acceso fácil y seguro" a las empresas.
NUEVAS SOLUCIONES CON VALOR INDUSTRIAL
Los procesadores convencionales chocan contra cuatro grandes desafíos: simular la naturaleza, resolver problemas con un número ingente de posibles soluciones, gestionar grandes bases de datos y factorizar números elevados, detalla Wisby.
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Superar esas barreras técnicas puede cambiar las perspectivas de innovación en numerosos sectores. Oxford Quantum Circuits trabaja, entre otros clientes, con algunos de los principales bancos globales, que exploran vías para "optimizar sus porfolios financieros".
También con grandes farmacéuticas, que esperan que la cuántica les permita avanzar en el descubrimiento de nuevos medicamentos, y con compañías de automóviles, interesadas en mejorar sus procesos de fabricación.
La investigadora asegura que colabora asimismo con diversos gobiernos, que rehúsa desvelar por cuestiones de confidencialidad, en "casos de uso para seguridad nacional y defensa". No en vano, la capacidad de los futuros sistemas cuánticos para descifrar documentos encriptados va a ser en pocos años un problema geopolítico de primer orden, según anticipan los expertos.
El conjunto de las posibles aplicaciones de los ordenadores cuánticos habrá alcanzado un valor de mercado de 1,3 billones de dólares en 2035, según las estimaciones de la consultora McKinsey -también presente en el MWC-. Tan solo su aportación a los servicios financieros valdrá para entonces 622.000 millones de dólares, de acuerdo con esos cálculos.
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Revolución de la inteligencia artificial
La computación cuántica no es ajena a la revolución de la inteligencia artificial, llamada a cambiar prácticamente todos los ámbitos de la tecnología.
"Los ordenadores cuánticos pueden procesar ingentes cantidades de información en paralelo, lo que podría incrementar en gran medida la velocidad y la eficiencia de los algoritmos de aprendizaje automático", asegura la CEO de Oxford Quantum Circuits.
Combinar ambas tecnologías "podría resultar en predicciones más rápidas y precisas, lo que podría tener un valor en muchas aplicaciones, incluido el reconocimiento de imágenes y patrones", precisa.
"Un aprendizaje automático cuántico podría permitir la identificación de patrones y relaciones sutiles en grandes bases de datos, que quizá no llamarían la atención utilizando técnicas clásicas", agrega Wisby.
Entre otros proyectos, OQC colabora con otras firmas en el desarrollo de algoritmos fundacionales de IA para el procesamiento de lenguaje natural.
"Piense en los grandes modelos de lenguaje desarrollados por firmas como OpenAI y Google, pero potenciados por la computación cuántica", describe la empresaria y científica.