La frenéticamente búsqueda del sumergible Titán, desaparecido el pasado domingo con cinco personas a bordo cuando se dirigía a los restos del Titanic, continúa. El mundo entero se mantiene a al expectativa tras la desafortunada realidad de que están a escasas horas de que el oxígeno se acabe.
En contraste con la tragedia que causa consternación, el actor mexicano, Alan Estrada, quien se atrevió a hacer la travesía en el 2022 y además la documentó, tuvo a bien señalar varias fallas en su viaje, asegurando que también pudo haber sido letal.
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El mexicano aseguró que vivió momentos de terror tras experimentar una situación similar a la que atraviesan los cinco tripulantes que se encuentran perdidos.
Alan, quien descendió aquella vez junto al piloto Scott Griffith, co-piloto PH Nargeolet y los turistas Ron y Chelse relató que el submarino perdió comunicación durante más de una hora.
Aseguró que ya estaban perdiendo las esperanzas pues escuchó decir al piloto Griffith: “un último intento”, mientras el Titán ya se encontraba a 2 mil metros de profundidad y los riesgos de continuar sin comunicación con el exterior eran cada vez más grandes.
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Ante el angustiante panorama los dirigentes tuvieron que comenzar un protocolo que consistía en interrumpir el descenso para poder regresar a la superficie con seguridad aunque eso no era garantía de sobrevivir.
Inesperadamente, y para su fortuna, la comunicación volvió y pudieron no solo regresar con vida sino también visitar los vestigios del Titanic. Sin embargo, en redes apuntan que su experiencia fue una advertencia, pues el submarino tenía algunos problemas, pues incluso aseguró: “es un sumergible experimental y los riesgos existen”.
Estrada también reveló que antes de emprender el viaje firmó una gran cantidad de documentos y en uno de ellos se explicaba que la empresa no asumiría ninguna responsabilidad en caso de muerte.
La fatal experiencia se repite con el pequeño sumergible, con capacidad para un máximo de cinco personas y con oxígeno de emergencia para 96 horas. Se perdieron el domingo dos horas después de sumergirse hacia los restos del mítico transatlántico Titanic, a casi 4.000 metros de profundidad y a unos 600 km de la isla canadiense de Terranova, en el Atlántico Norte.
A bordo del Titán viajaban el millonario británico Hamish Harding, presidente de la compañía Action Aviation; el paquistaní Shahzada Dawood, vicepresidente de Engro, y su hijo Suleman; el experto buceador francés Paul-Henri Nargeolet; y Stockton Rush, director general de OceanGate Expeditions, la compañía que opera el sumergible, y que cobraba 250.000 dólares por turista.