Cuando Mel Gibson le propuso a Jim Caviezel meterse en la piel del Hijo de Dios, sabía que el trabajo podría acarrearle un sinfín de consecuencias.
Sin embargo, no dudó al aceptar el enorme reto. Y enorme no solo por quién es Jesucristo, sino porque el proyecto de Icon Productions y Newmarket Films le enfrentó a una serie de tribulaciones que lo mantuvieron entre la vida y la muerte.
A casi dos décadas de aquel estreno en 2004, su trabajo sigue sacudiendo la consciencia de millones a nivel mundial cada vez que el drama es transmitido.
Acá, destacamos algunas de esas situaciones que lo obligaron a dar más del 100 % de su talento y que finalmente fortalecieron el amor que siente por el Salvador del mundo. El detalle fue extraído de la entrevista que ofreció al periodista Sean Smith para Newsweek, en febrero de 2004, cuando el actor tenía 35 años.
1. Más que aprender arameo (el filme fue grabado en arameo, hebreo y latín), Caviezel confesó que lo más difícil fue soportar el frío invierno italiano. “Me congelaba con esa túnica sobre el cuerpo. El sufrimiento físico empezaba a las 2:00 de la mañana. Lo peor eran las ocho horas de maquillaje sin poder sentarme; yo estaba encogido. Durante la crucifixión el viento bajaba por los cañones cortándome en pedazos”.
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2. La escena de la flagelación de Jesucristo es una de las más difíciles de asimilar. Lo que pocos saben es que Caviezel terminó con una cicatriz de 14 pulgadas, debido al error de cálculo de uno de los soldados actores. “Habían puesto un tablero en mi espalda de una media pulgada de grueso, para que los soldados romanos no pudieran golpear mi espalda. Pero uno de los soldados erró, me dio de lleno en la espalda y me arrancó la piel. No podía ni gritar ni respirar. Es tan doloroso que entras en shock. Me fijé en el soldado y probablemente solté un gemido. Después de un par de golpes más, se equivocó otra vez”.
3. Uno de los accidentes del rodaje más comentado fue el rayo que cayó sobre el actor cuando grababan la escena del Sermón de la Montaña. Milagrosamente sobrevivió a tal situación y así la describió al periodista de Newsweek. “Segundos antes del suceso, estaba todo quieto y entonces fue como si alguien me abofeteara en las orejas. Durante siete u ocho segundos percibí un color rosa y una sensación de que se me erizaban los pelos. La gente empezó a gritar. Ellos decían que tenía fuego en el lado izquierdo de mi cabeza y una luz alrededor de mi cuerpo”.
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4. Tras aceptar el papel de su vida, el actor estaba consciente de lo que eso implicaría en su carrera hollywodense. Y así ocurrió, si bien se inmortalizó como el Jesucristo de Mel Gibson, ese papel lo llevó a perder muchas oportunidades en la meca del cine de Estados Unidos. No obstante, el interpretar al Hijo de Dios para él fue maravilloso. “Le amo más de lo que nunca creí posible. Le amo más que a mi esposa, que a mi familia”.
5. El estar colgado en lo alto de una cruz, solo y sufriendo los estragos del frío invernal, también hicieron mella en Caviezel, quien tuvo que atravesar por ese suplicio más de una vez. Terminó dislocado de un hombro y se enfrentó a una hipotermia continua. Además, cuando el viento hacía temblar el madero, el actor temía por su vida. “Creo que he viajado a un lugar al que nunca habría ido. No quiero que la gente me mire. Todo lo que quiero es que ellos vean a Jesucristo”.