Desde 1930 es tradición en Inglaterra que cada 25 de diciembre, fecha en la que celebra la Navidad, que el monarca de dicha nación haga una emisión alusiva a la celebración. Familias enteras de ese territorio esperan el momento en que el rey se dirige a los ciudadanos. Pero, este año, la tradición ha tenido un nuevo giro, ya que el rey Carlos III estuvo junto a un árbol vivo por primera vez, marcando sus continuos esfuerzos en favor del medio ambiente.
Según informó el Palacio de Buckingham, el árbol fue decorado con "adornos naturales y sostenibles", destacando elementos como madera torneada a mano, piñas, vidrio marrón, naranjas deshidratadas y papel. Después el árbol será replantado.
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La transmisión navideña, producida por ITN y grabada en la Sala del Centro del Palacio de Buckingham, también incluyó un vistazo a un cuenco de potpourri con una tapa de metal dorado, que "casi con certeza fue adquirido por Jorge IV", según el Palacio de Buckingham.
Durante su transmisión anual de Navidad, Su Majestad habló sobre la compasión por los demás.
“En un momento de conflictos cada vez más trágicos en todo el mundo, rezo para que también podamos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para protegernos unos a otros. Las palabras de Jesús parecen más relevantes que nunca: ‘haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti’”, expresó el monarca. “Tales valores son universales y unen a nuestra familia abrahámica de religiones y otros sistemas de creencias en toda la Commonwealth y en el resto del mundo. Nos recuerdan que debemos imaginarnos en el lugar de nuestros vecinos y buscar su bien como buscaríamos el nuestro”. agregó.
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En Nochebuena, es decir un día antes de dar su discurso televisivo a todo el Reino Unido y más allá, el rey Carlos y la reina Camila fueron vistos en Sandringham, Norfolk. Ambos asistieron a un servicio matutino en la Iglesia de Santa María Magdalena para dar la bienvenida a la festividad.
Para la ocasión, Carlos usó un largo abrigo beige, pantalones grises y zapatos marrones. Por su parte, Camila, de 76 años, lució un gran sombrero negro y un abrigo largo. Ambos llevaban paraguas.
Otros miembros de la familia se reunieron durante el fin de semana en la Casa Sandringham, antes de su paseo del día de Navidad hacia y desde la iglesia para los servicios anuales.