“La Reina Isabel II de Inglaterra falleció pacíficamente en Balmoral esta tarde. El Rey y la Reina Consorte permanecerán en Balmoral esta noche y volverán a Londres mañana”, informó la Familia Real a través de su cuenta de Instagram.
Horas antes de su deceso la familia real británica se trasladó al castillo de Balmoral después de que los doctores de la reina expresaran su preocupación por el estado de salud de la soberana.
La salud de la reina fue motivo de preocupación desde octubre de 2021, cuando los médicos le ordenaron guardar reposo y pasó una noche hospitalizada para someterse a "pruebas" cuya naturaleza no se precisó.
Desde entonces, un dolor en la espalda y crecientes dificultades para permanecer de pie y caminar le hicieron cancelar varios compromisos. Además, contrajo el covid-19 en febrero, lo que en sus propias palabras la dejó "muy cansada y agotada".
La drástica reducción en la agenda oficial de la monarca dejó mayor espacio en los últimos meses a su hijo Carlos. El heredero al trono, de 73 años, que la reemplazó en numerosos actos.
El deceso, a dos meses de cumplir los 100 años, del príncipe Felipe dejó un "gran vacío" en la vida de la que era esposa desde hacía 73 años, la reina Isabel II, según indicó su hijo Andrés tras una misa conmemorativa.
Soberana de “mil batallas”
Fue el 21 de abril de 1926 cuando la pequeña Lilibeth, como se la llamaba de niña, abrió en Londres sus pequeños ojos azules que, 96 años después, se cerraron para siempre ante la deslumbrante transformación del mundo que acompañó su reinado.
Elizabeth Alexandra Mary nació en Londres, siendo la hija mayor de los duques de York, quienes más tarde se convertirían en los reyes Jorge VI e Isabel, y fue educada en su casa a cargo de preceptores privados. Su padre ascendió al trono en 1936 tras la abdicación del hermano de él, Eduardo VIII.
Isabel comenzó a llevar a cabo funciones públicas durante la Segunda Guerra Mundial, al servir en el Servicio Territorial Auxiliar, la rama femenina del Ejército Británico de la época.
Cuando su padre falleció en 1952, se convirtió en jefa de la Mancomunidad de Naciones y reina de los siete países independientes pertenecientes a la misma: Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Pakistán y Ceilán. La celebración de su coronación en 1953 fue la primera en ser televisada.
"Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a vuestro servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial", prometió a los 21 años, cinco antes de convertirse en monarca, en 1953.
Para ser fiel a su palabra, a partir de ese momento selló su boca. Nadie supo ni de sus sentimientos, ni de sus opiniones ni de sus pensamientos y, gracias a eso, cumplió con un reinado de siete décadas.
Entre 1956 y 2021, la mitad de sus reinos, entre ellos Sudáfrica, Pakistán, Ceilán (posteriormente llamado Sri Lanka) y Barbados, obtuvieron su independencia y se convirtieron en repúblicas.
En 1947, en la Abadía de Westminster, contrajo matrimonio con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, con quien procreó cuatro hijos: “el eterno heredero” Carlos, Ana, Andrés y Eduardo. Tuvo ocho nietos y cinco bisnietos sobre los que, de algún modo, recaerá el futuro de la monarquía británica.
En sus siete décadas de reinado, Isabel II fue testigo de grandes eventos, desde las dificultades de la posguerra hasta la pandemia de la covid-19, pero en este camino supo adaptarse a los cambios que el momento exigía, como el famoso "annus horribilis" (año horrible), de 1992. Y es que ese año Carlos y Andrés se separaron de sus esposas, Ana se divorció y un incendio grave destruyó parte del castillo de Windsor.
Asimismo, fue testigo de la separación de los príncipes de Gales y de la muerte de Diana de Gales en 1997. En esa ocasión los medios de comunicación criticaron a la familia real por mantenerse en reclusión durante los días previos al funeral.
Además, tuvo que lidiar con nuevas dificultades familiares, sobre todo aquellas centradas en su hijo Andrés, duque de York, y en su nieto Enrique de Inglaterra.
El alcance de las acusaciones de agresión sexual contra el príncipe Andrés, presentadas por la estadounidense Virginia Giuffe, que asegura que abusó de ella cuando tenía 17 años, obligó a la reina a retirarle a su hijo títulos militares honoríficos, así como el trato de "Alteza Real".
Al margen del duque de York, la reina afrontó aún las consecuencias de la salida de los duques de Sussex, Enrique y Meghan, de la Casa Real, después de las acusaciones de racismo que hizo en 2021 la duquesa contra la familia real y la acción judicial que ha emprendido el duque en relación con su seguridad.
La valiente soberana lidió con el "brexit" como ha hecho con otras situaciones complicadas para ese país, trasmitiendo siempre ese halo imperial del Reino Unido.
A lo largo de su reinado Isabel II vio más de una docena de ministros del Reino Unido, casi 20 Juegos Olímpicos de verano y más de media docena de sumos pontífices. Fue benefactora de 600 organizaciones sociales y jugó un papel fundamental en la estrategia internacional del Reino Unido con otros países.
El estilo de la reina nonagenaria
Sus vistosos atuendos con sombreros a juego, su amor por los perros corgis y por los caballos, es lo que se supo de la reina de la discreción junto con su "sentido del servicio y el deber".
Aspectos que le valieron "un respeto incomparable y admiración, no solo en el Reino Unido, sino en todo el mundo", como apuntó el 9 de septiembre de 2016 el primer ministro, David Cameron, cuando la soberana más longeva del mundo se convirtió también en la que más años estuvo en el trono, superando a su tatarabuela, la reina Victoria.
Tal vez el perfil más ajustado de la monarca lo haya dado su propio nieto, el príncipe Enrique de Inglaterra, en un cumpleaños: "la veo más como a la reina que como a mi abuela, con el profundo respeto que sientes por tu jefa, y a ella siempre la veo como a mi jefa".
Y es que Isabel II, que nunca concedió una entrevista pese a ser la millonaria más célebre de las revistas, fue un paradigma de lo que debe ser una soberana, monarca de monarcas, que un ser humano de carne y hueso.