Sandy y Muick, los últimos perros corgis que tuvo la reina Isabel II, esperaron hasta el final para ver pasar por última vez a su ama en el cortejo fúnebre.
Desde los terrenos del castillo de Windsor, Emma, el poni negro de la reina, fue sujetado por un mozo de cuadra. Mientras que los dos corgis fueron sacados para la llegada del féretro al castillo, donde Isabel iba a ser enterrada más tarde en un funeral de Estado.
Los perros se mostraron muy tranquilos en la explanada del castillo, aunque estaban sujetos con correas por el personal del palacio.
Desde que era una niña, Isabel II siempre disfrutó de la compañía los perros de esta raza, y fueron muchos los que la acompañaron a lo largo de sus 96 años de vida. La reina también disfrutaba de los caballos, y durante su juventud practicó la equitación.
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Ahora, las mascotas de la reina han pasado a los cuidados del príncipe Andrés, quién se los había obsequiado recientemente, como una forma de animarla tras el fallecimiento de su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo.
Corgis, una pasión de la reina
A lo largo de la historia, la reina Isabel II tuvo 30 animales de esta raza a los cuales disfrutaba cuidar y educar, dedicándoles gran parte de su tiempo libre, sobre todo luego de la muerte de su esposo Felipe en abril del año pasado.
Cuando la reina Isabel cumplió 18 años, fueron sus padres quienes le regalaron el primer cachorro, llamado Susan. Su amor por este animal fue tan grande que decidió llevarla durante su luna de miel cuando tenía 21 años, según los registros fotográficos.
Perros pequeños y alargados de color arena con orejas puntiagudas se volvieron parte de la imagen pública de la reina durante sus viajes, pero que también la seguían por cada habitación del Palacio de Buckingham.