Hace 24 años tuve la oportunidad de conversar con doña Pachita Tennant, quien en 1936 fue coronada como la primera reina de las Fiestas Patronales de San Salvador.
Recuerdo perfectamente el día de la entrevista, cuando ella, con la amabilidad que siempre la caracterizó, me recibió en su apartamento en la Colonia Escalón, de San Salvador.
El objetivo de esa visita fue para conocer de cerca los pormenores de aquel acontecimiento tan importante de su vida, el cual quedó grabado en la historia de El Salvador.
No fue una entrevista, sino una amena tertulia repleta de anécdotas y donde afloraron bellos recuerdos, un poco de nostalgia y hasta risas.
En esta oportunidad, comparto algunos de esos datos tan interesantes que me brindó la sempiterna reina capitalina, quien falleció el 5 de junio de 2014 a los 95 años.
Belleza entre gardenias
En esa plática, Pachita recordó perfectamente el momento en el que fue coronada ante miles de espectadores frente a la plaza Bolívar, hoy Plaza Gerardo Barrios.
“Fue un 25 de julio de 1936. Yo tenía 17 años. Las calles y el parque estaban inundados de personas, quienes ansiosas querían ver a la primera reina”, expresó doña Pachita, cuyo nombre real era Ruth Paulita Tennant Mejía.
La exsoberana rememoró como en aquella tarde de julio paseó por las calles de la capital en una colorida carroza halada por caballos y adornada con cinco mil gardenias.
“Desde lo alto miraba que toda la gente se reía. Yo pensaba que se estaban burlando de mí, pero lo que les causaba risa era que los pajecitos y damitas que me acompañaban se habían mareado con el olor de las flores”, expresó con una carcajada.
El baile de la soberana
Tras recorrer la principales calles del centro capitalino, Pachita fue invitada a tomar posesión de su trono, ubicado justo a la entrada principal del Palacio Nacional. Ahí, el presidente Maximiliano Hernández Martínez le colocó una brillante tiara y le entregó el cetro que la acreditaba como majestad de San Salvador. Luego dos poetas le declamaron sus salutaciones.
“Estaba muy emocionada. Toda la gente tenía los ojos puestos en mí. Esos son momentos que nunca olvidaré”, comentó la exreina.
Al llegar la noche le fue ofrecida una elegante fiesta en su honor, que se llevó a cabo en las mismas instalaciones donde fue coronada.
“Los dos pisos del Palacio estaban saturados de invitados. En uno de ellos se hallaba la gente de la alta sociedad. El baile, que fue amenizado por ocho marimbas, inició hasta que yo bailé la primera pieza con el gobernador”, dijo doña Pachita.
La bella “Tirana”
Después de ese día, Pachita se convirtió en una figura pública. Con frecuencia era invitada a muchos eventos; cada vez que llegaba esos actividades la banda regimental siempre ejecutaba el paso doble titulado “Tirana”.
“Siempre que llegaba fiestas de los barrios, estadios y parques me tocaban esa canción. Al oírla, la gente sabía que yo estaba presente”, expresó.
Pachita fue escogida por la junta del gobierno municipal para que representara a la belleza capitalina de aquel entonces. Fueron su belleza, su gracia y su donaire los aspectos que le hicieron merecer el título.
“Antes de ser reina de las fiestas de agosto competí con otras tres muchachas para ser Reina de los Estudiantes Universitarios. Estaba segura que iba a ganar, pero por cosas de la vida no fue así. No ganar ese título fue un duro golpe para mí, pero gracias a Dios me dieron el reinado de las fiestas”, expresó.
Amada por muchos
Después de su experiencia como soberana, Pachita se dedicó a llevar a cabo obras de caridad como miembro de la Guarda del Sagrado Corazón de Jesús; también tuvo la oportunidad de viajar por Europa, Sur América y Estados Unidos.
Contrajo nupcias con el norteamericano Fredrick Pike, con quien procreó tres hijos.
A lo largo de su vida, Pachita tuvo muchas experiencias maravillosas, entre ellas haber conocido y hablado personalmente con el presidente estadounidense Teodoro Roosevelt; con el primer hombre que llegó a la luna, el astronauta Neil Armstrong, y con el abuelo de Mónica Lewinski (que vivió en El Salvador).
También tuvo la oportunidad de ser chaperona oficial de dos participantes del concurso “Miss Universo”, realizado en 1975 en nuestro país, y de haber estado cerca del Papa Juan Pablo II en Italia.
La memorable Reina de las Fiestas Agostinas de 1936 conoció a gente destacada: escritores, pintores, políticos, historiadores, caricaturistas y artistas. Como prueba de ello guardaba, desde 1949, un álbum de visitas, en cuyas páginas amarillentas se hallaban plasmadas las firmas y los mensajes de muchas personalidades, entre ellas Hugo Lindo y Toño Salazar.